Presos de una cárcel paraguaya se mortifican para que sus casos se resuelvan

Dos presos muestran sus bocas atravesadas con alambres. Foto: Andrés Cristaldo
Un grupo de reclusos de la hacinada cárcel asuncena de Tacumbú, la mayor de Paraguay, se ha mortificado, con la boca, manos y piernas atravesadas por alambres y clavos, para tratar de llamar la atención de las autoridades sobre sus procesos judiciales.

Por Ricardo Grance'Vamos a estar hasta la muerte con esta medida, nos van a sacar en ataúdes de aquí si no atienden nuestros reclamos', dijo a Efe Ricardo Alvarenga, de 38 años y encarcelado en Tacumbú hace dos años por presunto robo agravado.

El recluso comentó, con dificultad debido a los alambres que lleva atravesados en los labios, que recurrió a esa medida para exigir a las autoridades que se dicte una sentencia en su proceso porque se considera víctima de la mora judicial.

En situación similar están desde hace más de tres semanas otros 17 presos, algunos de ellos con clavos incrustados en las palmas de las manos y con alambres atravesados en las piernas.

'No comemos nada solido, mucho líquido y muchos se descompensaron y fueron asistidos en la enfermería, también nos realizan curaciones de las heridas', detalló Alvarenga, quien, junto a los demás manifestantes, permanecen tendidos en colchonetas y tapados con mantas en un sector del patio de la penitenciaría.

El presidiario aseveró que 'estamos hartos de que las autoridades judiciales nos visiten' sólo cuando los medios de prensa se hacen eco de la situación en la que se encuentran.

'A mi me asignaron una defensora pública, tampoco volvió a verme', indicó.

La cárcel de Tacumbú, situada en un predio de dos hectáreas en un barrio ribereño del mismo nombre, alberga a 3.342 presidiarios, pese a que tiene capacidad para sólo 2.002 reclusos, según datos del Ministerio de Justicia y Trabajo remitidos a Efe.

Esa penitenciaría, denunciada frecuentemente por organismos de defensa de derechos humanos por abusos y condiciones infrahumanas, tiene el 50 por ciento de la población penitenciaria del país, con unos 939 condenados con sentencia en firme, mientras que los demás, 2.403, son procesados, de acuerdo a los datos oficiales.

'En Paraguay no hay justicia (...). Los jueces y fiscales no hacen en forma su trabajo y sólo benefician a los que tienen para pagar por recobrar su libertad', denunció Alvarenga.

Por su parte, Francisco Jara (35), sobre quien pesa un proceso ante la Justicia de Argentina, exige su traslado al país vecino y aseveró que también 'está dispuesto a morir' para obtener respuestas a sus reclamos.

Entretanto, Julián Villar (49), recluido por robo desde hace cuatro meses, comentó que inició la protesta hace 56 días porque es la única medida que le queda para llamar la atención de las autoridades.

'Le pido al juez que me de mi libertad. Acá si tenés dinero salís enseguida y yo no tengo, esa es mi triste realidad', señaló.

La situación de precariedad de Tacumbú contribuye a las constantes disputas internas, que se reflejan en las estadísticas que hablan de más de una decena de muertes anuales en violentas grescas entre grupos rivales.

En cuanto al hacinamiento, el Ministerio de Justicia y Trabajo se encuentra abocado en un programa de traslado a los internos de esa cárcel a otros centros penitenciarios del interior del país, con el objetivo de lograr el cierre definitivo de ese recinto.

Las autoridades de Tacumbú también reconocieron recientemente que la Defensoría Pública se encuentra rebasada en su capacidad operativa ante la gran cantidad de reclusos pobres que no pueden contratar un abogado privado.

En mayo de 2006, Amnistía Internacional (AI) había instado al Gobierno paraguayo a implementar reformas penitenciarias y sostuvo que la situación en los centros de reclusión del país 'es algo sumamente preocupante'.

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