PAPELES DEL ROCK

De regreso a la costa de Brighton...

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photo_camera La mútica banda de rock The Who, que transmitían una incontenible energía en sus directos.

En estos días The Who han vuelto a ser actualidad por mor de su, en opinión de la práctica totalidad de medios de comunicación que cubrieron el evento, impresionante actuación en el Festival Rock in Rio de Brasil,

Entre 1962, año en el que se formaron, y 1967, fueron -bastante a su pesar- la banda por definición, y tras superar esa etapa crearon el concepto de ópera rock contando la historia de un muchacho huérfano de padre ciego, sordo y mudo. Fueron los únicos que estuvieron en los tres grandes festivales de rock de los años 60, Monterey, Woodstock y Wight, y en los años 70 fueron capaces de hacer conciertos de una energía, una intensidad y una potencia tales que les hacían rivalizar con los grandes monstruos del Heavy Metal. Hoy solo viven dos de sus fundadores, pero su nombre no solo es historia con mayúsculas, es el presente de una banda que al igual de muchos de los músicos de su generación, sigue haciendo sensacionales conciertos y demostrando que el rock no tiene edad. Eran, son, serán, The Who.

Cuando The Who, primero llamados The Detorurs y High Numbers surgieron dentro de toda la ola de grupos que descubrieron el rock'n'roll y querían seguir los pasos de los Beatles y los Rolling Stones. Si hay que buscar una seña de identidad, un elemento diferenciador, la clave que hizo posible que trascendieran de entre todos los que finalmente desaparecerían, esa sin duda fue la energía, la tremenda e incontenible energía que transmitían, en especial en directo. Aún cuando hasta finales de los 60 sus composiciones, en especial desde la producción eran básicamente canciones de pop, ya en temas como “Anyway, Anyhow, Anywhere”, por supuesto en la parte final de “My Generation” o en “Substitute” ya las guitarras de Pete Townshend están recargadas de una fuerza que solo se igualaría y se superaría con la llegada de Cream, Yardbirds y la Jimi Hendrix Experience. 

Y sus conciertos desde siempre, desde sus primeras e incendiarias puestas en escena, el volumen atronador al que tocaban, la voluminosidad y la densidad de la base de ritmo que formaban John Entwistle y Keith Moon, eran mucho más que conciertos. Llegaron a ser ceremonias casi rituales, coronadas por la destrucción de la batería y de la guitarra de Pete Townshend del poder del rock, de la avasalladora fuerza de ese sonido que había despertado en toda su generación el ansia por romper con todo lo establecido, por vivir su propia vida, por ser ellos mismos. Lo que supo reflejar en 1965 Townshend en la letra de “My Generation”, que fue editada justamente un día como hoy, 29 de octubre del año 1965.

Merced al éxito de 'Tommy', la primera gran ópera-rock de la historia del rock, que fue llevada al teatro musical y posteriormente al cine en 1975, los Who además de ser un grupo con un directo demoledor, cuyas extenuantes giras por todo el planeta se hicieron legendarias, alcanzaron un prestigio como músicos, como compositores que les colocaron en la cima de los grandes. A la genialidad de "Tommy" siguió, tras un intento frustrado de componer otra opera-rock más ambiciosa todavía llamada 'Lifehouse' que aunque no se llegó a materializar, dejó un buen montón de canciones de las cuales se nutrió otra de las obras maestras de la historia de los Who, "Who´s Next". Para los seguidores de la banda, obviamente, está de más señalar la grandeza de canciones como “Baba O' Riley”, “Love Ain't For Keeping” o “Song Is Over”, pero quizá no muchos sepan que dos canciomes que han hecho en los últimos años mundialmente famosas como “Behind Blue Eyes”, tema estrella de la banda sonora de la película "Gothika" o "Won't Get Fooled Again" como sintonía de C.S.I. Las Vegas.

Cuando ya todo el mundo de las scooters, las peleas en los pubs entre los rockers y los mods y Brighton ya parecía casi una reliquia del pasado, en 1973 la segunda gran ópera rock de los Who, "Quadrophenia" volvió a hacer de ellos una leyenda que también se llevó en 1979 a la gran pantalla y nos dejó temas como "The Real Me" o "5:15" que ya pertenecen por derecho propio al imaginario colectivo de toda una época en la música actual. Posteriormente, álbumes como "The Who By Numbers" o "Who Are You" no alcanzarían la repercusión de las obras anteriormente citadas, pero mantuvieron viva creativamente hablando a una banda que también sufrió las consecuencias del rock'n'roll way of life llevado a sus últimas consecuencias. El 7 de septiembre de 1978 el mítico batería Keith Moon, quien paradójicamente estaba prácticamente recuperado de sus graves problemas con el alcohol, murió de una sobredosis de tranquilizantes y a partir de aquellos años, el alcohol, la heroína y la cocaína llevaron a Pete Townshend a un deterioro físico, emocional y psicológico que llevó irremisiblemente a la disolución de la banda en 1982 tras dos últimos discos en los que se evidenció que The Who estaban musicalmente agotados, sin ideas y sobre todo, sin aquello que siempre les había caracterizado: la fuerza, la energía, la intensidad. 

No fue hasta 1989, con motivo del 20 aniversario de "Tommy" cuando Roger Daltrey, Pete Townshend y John Entwistle aceptaron la ofera de un importante promotor americano para que se reunieran, en principio solo con la idea de hacer un tour conmemorativo de Tommy con algunos invitados especiales como Tina Turner y Phil Collins. Pero el éxito de esa gira, que recorrió toda América encandenando un “sold out” tras otro llevó a que a partir de entonces, de manera esporádica, los Who regresaran a los escenarios para ocasiones muy señaladas a lo largo de los años 90 y ya en la primera década del 2000 giras organizadas como las que les trajeron por primera vez a España en el verano de 2006, repitiendo exactamente un año más tarde y habiendo sido desde entonces esporádicos visitantes de nuestros escenarios, como cuando actuaron en una de las últimas ediciones del Azkena Rock Festival. Tristemente, otro de los miembros originales se quedó en el camino; el bajista John Entwistle fallecía el 27 de junio de 2002 en su habitación del Hard Rock Hotel de Las Vegas por un infarto producido por consumo excesivo de cocaína justo un día antes de que los Who fueran a comenzar una nueva gira americana.

En estos días The Who han vuelto a ser actualidad por mor de su, en opinión de la práctica totalidad de medios de comunicación que cubrieron el evento, impresionante actuación en el Festival Rock in Rio de Brasil, en donde tocaron junto a Guns N'Roses y a un magnífico elenco de grandes bandas consagradas. El perfecto estado físico en el que tanto Roger Daltrey como Pete Townshend se encuentran y la grandeza de esas canciones, de esos himnos ya inmortales de la historia del rock, que tanto ellos como los músicos que les acompañan -Zak Starkey, hijo de Ringo Starr de los Beatles y alumno privilegiado del propio Keith Moon, el hermano de Pete, Simon Townshend como segundo guitarra y Jon Buton en el bajo- son capaces de tocar en directo con ese estilo, esa fuerza y esa energía que la banda ha recuperado, nos hacen tener la esperanza de que igual que con los Stones, aún podremos disfrutar unos cuantos años de esta histórica formación. Con más de 70 años a sus espaldas, ciertamente esa energía no es la misma de aquellos mods que se atracaban de anfetaminas en los 60, destrozaban amplificadores e instrumentos y estrellaban automóviles en las piscinas de los hoteles, pero permanece en esos grandes conciertos que todavía, medio siglo después de su formación, siguen dando en 2017.

En 1982 en su disco en solitario"All The Cowboys Have Chinese Eyes", Pete Townshend, que en aquel momento ya estaba pensando en terminar con los Who, decía en una de sus canciones: “El estrellato en Acton es todo lo que les queda”, en referencia a la banda. Townshend ha sido siempre un tipo muy inteligente, pero esta vez se equivocó. Atesoran mucho más, muchísimo más que ser la banda del barrio que toca en las fiestas de fin de curso... y seguramente Townshend ahora lo sabe. 

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