A TRIBUNA

Teo Cardalda, el Mozart del pop español ataca de nuevo

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Lo que más nos sorprende a medida que pasan los años es cómo aquellos con los que crecimos acaban convirtiéndose en otros. El caso más cercano y más reciente que tengo es el de Teo Cardalda, que va a publicar ahora en marzo un libro/disco sobre Valle-Inclán. 

Conocí a Teo en los lejanos tiempos en que acompañaba al cantante Bibiano. De hecho no lo conocí, pues nadie nos presentó, sino que lo vi en un concierto. Bibiano, que era un cantautor de los de siempre, había decidido electrificarse y para ello acudió a un grupo de adolescentes, capitaneado por Teo, que era un genio, algo así como un Mozart un poco punkie y bastante sex pistol.

La siguiente vez que volví a verlo fue en la sala Rock Ola, de Madrid, y ya era líder de Golpes Bajos, junto a Germán Coppini. Creo que Malos tiempos para la lírica es la canción que más veces he escuchado en mi vida. De pronto apareció aquel grupo de Vigo, y frente a los pegamoides, los secretos y los radios futuras, nos dejó a todos pasmados. A muchos todavía nos dura el pasmo.

Pero Golpes Bajos se rompió. Germán y Teo, que eran los Lennon y Mcartney de aquel Liverpool del sur que era Vigo, decidieron separar sus destinos ( capitanes de quince años que fuimos, para ser ahora desconocidos) y Teo resucitó de nuevo junto a su mujer María para comerse las manzanas de Cómplices. Yo era manager de Amancio Prada y Teo me propuso llevarles la carrera y ser letrista, pero para entonces ya me habían admitido en Boston en un master de televisión, y quedamos como amigos y, sobre todo, como cómplices. Entre otras muchas cosas, me descubrió a Peter Gabriel. Si no recuerdo mal llegué a ser incluso socio de su editora musical, que se llamaba Jasmeniguai. Fue a título meramente testimonial, pues se precisaban tres socios para constituirla, y yo pasaba por allí el día que iban al notario, así que  me hizo mucha ilusión hacer algo juntos. 

Luego en Canal +, tuve la suerte de vivir de cerca su estrellato y programar todos los clips que los hicieron grandes. En 1994, cuando relancé la revista El Gran Musical, con Bosé desnudo y embarazado en la portada, también tuve la fortuna de contar con Teo como director de la banda que montamos para celebrar una fiesta en la sala Xenon. En el escenario estaban Nacho, de Presuntos Implicados, y Andrés Calamaro. Por allí pasó lo más granado del pop español para hacer versiones cruzadas. Fue nuestro Live Aid privado y particular. Luego yo me marché a hacer las américas con Bertelsmann y Time Warner en Caracas y Miami, y no volvimos a vernos hasta que en el año 1999 produje la serie Nada es para siempre, emitida por Antena 3, y le encargué la música de la cabecera. Me la dio de un día para otro y resultó todo un pelotazo. Teo seguía siendo un genio, el Mozart del pop español. Para entonces ya había colaborado con Antonio Vega y con todos los grandes de la música de nuestro país, incluido El Zurdo y varios flamencos de lujo, y giraba por España con nuestra querida María Monsonís, llenando estadios y plazas de toros. No sólo fue un productor de lujo, sino que también desarrolló una importante carrera en defensa de los derechos de autor y de otras causas igual de nobles. Muchos teos, en definitiva. 

Hasta que de repente, el año pasado, cuando yo estaba escribiendo mi libro sobre Álvaro Cunqueiro e investigando el parentesco de éste con Valle-Inclán (que era su pariente, pero no su tío), me habló de uno de los proyectos más insólitos y ambiciosos de su vida: ponerle música a algunos poemas del autor de las Sonatas y de Tirano Banderas. Con un par. Y menudo par. 

Es el proyecto que ahora presenta, uno de los sueños de su vida. Tan vívido y tan vivido que a veces Teo se confunde con Valle. Teo María del Valle-Inclán, Ramón María Cardalda, etc. Todo un golpe alto. Valle tuvo su hora wagneriana cuando paso del modernismo al expresionismo en La guerra carlista y Teo tiene su momento wagneriano con Valle, en cuyo libro-disco hay lugar para la cantiga, el teatro, la opereta, y la ópera rock. En América ya estaría en Broadway con el cartel de No hay entradas. Menuda movida. Aquí, como la gloria es calderilla, habrá que fajarse con las administraciones y con la pandemia. Valle, Cela, Torrente, Teo, genios  más valorados fuera que dentro de nuestro pequeño país. Como dijo Cunqueiro, con menos gaitas nos arreglaríamos igual.

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