El médico en casa

Ultimátum a la Tierra

Sostiene Aloysius que las gélidas tardes invernales animan a estos pequeños placeres: leer un libro, escuchar música, contemplar una película. Siguiendo su consejo, en la última semana del 2020 dedicamos poco más de hora y media a repasar “Ultimátum a la Tierra” (Robert Wise, 1951), todo un clásico del cine de ciencia ficción que por lo menos hay que ver una vez en la vida. 

Muchos ya conocerán su argumento: una nave espacial aterriza en nuestro planeta, pilotada por Klaatu, un extraño ser en la procura de la paz y la concordia mundiales, acompañado por su robot Gort, un humanoide de 3 metros capaz de exterminar un ejército entero con su letal rayo óptico. Fue rodada en plena Guerra Fría, cuando nuestro planeta se enfrentaba al riesgo de una conflagración atómica entre los Estados Unidos y la URSS. 

Curiosamente, siete décadas más tarde, la humanidad libra ahora una batalla contra un enemigo microscópico real, capaz de infectar en apenas 10 meses de pandemia a 85 millones de prójimos, y provocar 1.85 millones de fallecimientos. Visto lo visto, y a pesar de los avances espectaculares en el diagnóstico y la prevención de la covid-19, parece que seguimos empeñados en demostrar que el ser humano es el único animal capaz de tropezar repetidas veces en la misma piedra. 

Nos dirigimos veloces hacia lo que los expertos denominan la tercera oleada de la pandemia, con algunos insensatos comportándose como si el SARS-CoV-2 no existiera. A pesar de las recomendaciones sanitarias, cada día descubrimos en los medios de comunicación y las redes sociales los comportamientos vergonzosos de determinados individuos empeñados en que la cuenta de enfermos y fallecidos siga aumentando. ¿Qué más podemos hacer para convencer a estos irresponsables? ¿Cuánta pedagogía es todavía necesaria? 

A falta de un tratamiento específico capaz de fulminar al virus, quizás hayamos depositado todas nuestras esperanzas en las vacunas. Y aunque los resultados previos a su aprobación son ilusionantes, todavía nos encontramos inmersos en una vorágine que intenta hacer llegar a tiempo estas vacunas a los más vulnerables, un proceso que va a completarse en varios meses. 

Han comenzado a administrarse a las personas mayores institucionalizadas y a sus cuidadores, pero todavía quedan miles de ancianos frágiles que viven en sus domicilios, a los que tendremos que llegar reforzando la atención primaria. 

No será una tarea fácil en Galicia, donde la población es longeva y vive geográficamente dispersa. Garantizar una red de frío y un transporte adecuados es tal vez el mayor reto logístico al que la humanidad se ha tenido que enfrentar desde la Segunda Guerra Mundial. 

Mientras tanto, esperamos que Klaatu y Gort no tengan que aparecer de nuevo, con otro ultimátum para la Tierra.

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