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Trabajo híbrido

"Todo fluye y nada permanece”. Por muy contemporánea y certera que nos pueda parecer esta afirmación, Platón se la atribuye en sus célebres diálogos al filósofo presocrático griego del siglo VI a.C. Heráclito. Aunque los avances tecnológicos y sociales de aquella época llevasen un ritmo más pausado que en la actualidad, en sus teorías el filósofo ya hablaba de que todo está en constante movimiento, cambio y evolución, aunque no lo percibamos. En esta situación de “cambios invisibles” podíamos encontrar al mundo del trabajo, quizás uno de los campos más rezagados en los últimos años a la hora de implementar grandes cambios estructurales, más allá de revisar su legislación para adaptarse a los nuevos tiempos o de popularizar la cultura de coworking para autónomos y pequeñas empresas.

Con excepciones, antes de la llegada del coronavirus eran pocas las empresas que basasen su cultura empresarial en la no presencialidad y que ofrecieran gran flexibilidad horaria o de ubicación para que sus empleados llevasen a cabo sus funciones. La inmensa mayoría centraba sus esfuerzos en construir u ocupar gigantescos espacios de trabajo elegidos unilateralmente por la dirección para que el equipo las frecuentase durante toda su jornada laboral. En ese contexto, la ubicación de las oficinas afectaba directamente a la vida diaria de cualquier trabajador, ya que significaba tener que buscar un punto de equilibrio entre ese espacio y todo lo demás: vivienda a precio razonable, tiempo de transporte asumible, buena oferta de servicios próxima y conveniente como el gimnasio, el colegio de los niños...

Frente al modelo anterior, donde es el trabajador el que se amolda a la cultura empresarial, la pandemia ha hecho que la toma de decisiones se centre en escuchar las demandas del equipo para establecer los nuevos modelos de trabajo. Tras más de año y medio con la oficina en casa, muchos desean volver a la oficina cuanto antes para reencontrarse con sus compañeros, pero otros quieren seguir teletrabajando. Se plantea así un dilema para las empresas, en las que la solución sin duda pasará por la flexibilidad y la liquidez de los espacios de trabajo y las jornadas laborales que conocíamos hasta ahora.

Algunas empresas como Softbank, el conglomerado japonés de empresas tecnológicas que también actúa de inversor en reconocidas startups como Uber o Slack, ya se habían planteado el futuro del trabajo en un horizonte de 30 años. En esas ideas se vislumbra que parte del trabajo será asumido por robots para buscar la eficiencia de las personas, dedicadas a las tareas que verdaderamente aportan valor en el día a día, y que la idea de oficina se desdibujaría. Con esta visión se explica por qué la compañía decidió hacerse con WeWork, el gigante estadounidense de los espacios de trabajo compartidos, un modelo que se prevé al alza por el auge del trabajo híbrido en el que las empresas buscarán espacios personalizables y escalables en función de sus necesidades. Pero no solo el espacio de trabajo es tema de debate. Recientemente se han publicado los resultados del experimento en Islandia de la jornada de 4 días, algo que también se ha empezado a plantear como prueba piloto en España. Los resultados de reducir la jornada laboral a 2.800 trabajadores públicos desde el 2015 a 35-36 horas semanales revelaron que el bienestar de los trabajadores que participaron en el experimento mejoró notablemente, mejorando sus niveles de estrés, agotamiento, productividad y prestación de servicios. La flexibilización horaria de las jornadas laborales también fomenta la conciliación familiar y la productividad de los equipos, pero requiere un cambio de cultura empresarial hacia un modelo asíncrono que se base en la comunicación y en el empleo de nuevas tecnologías.

La mejora de los datos epidemiológicos ha hecho que muchas empresas adelanten sus planes de vuelta a la oficina, como Google, que a pesar de proveer a miles de empresas de soluciones de trabajo remoto obligará a sus trabajadores a acudir a la sede más cercana al menos tres días a la semana. Deloitte, por el contrario, permitirá que sus empleados británicos teletrabajen para siempre, iniciando en el sector de las consultorías una guerra por atraer al mejor talento atraídos por estas condiciones laborales. Está claro que en un momento como este muchos de estos planes son ensayo-error, que todo fluye y está en constante cambio, y por eso es más importante que nunca estar alerta y escuchar las necesidades de los trabajadores para consolidar y atraer talento. ¿Supondrá la deslocalización la Revolución Industrial 5.0?

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