Descubren que tenía una ficha en la nariz al hacerle una PCR

pcr_a
photo_camera (Foto: Unsplash)
La mujer neozelandesa a la que le descubrieron la ficha llevaba 37 años con ella incrustada en su nariz

Sucedió en Nueva Zelanda, en octubre. Mary McCarthy, una trabajadora de la cocina de un hospital, acudió a hacerse una PCR. Cuando le metieron el hisopo por las fosas nasales comenzó a sentir un agudo dolor. Y después notó cómo las molestias al respirar que había notado durante toda su vida se iban intensificando.

En declaraciones al diario neozelandés Stuff, la mujer aseguró que tras la prueba la nariz le dolía exageradamente. Fue a consultar a varios médicos que le diagnosticaron un problema crónico. Pero el dolor aumentaba progresivamente, así que el miércoles pasado decidió acudir al servicio de emergencias del hospital de Christchurch.

"Por suerte, la enfermera y el doctor pensaron que era más que dolor sinusal. Me preguntaron si me había metido algo en la nariz alguna vez y les hablé sobre la pulga, medio en broma". Porque cuenta McCarthy que siendo pequeña, con 8 años, se encontraba jugando a la pulga con sus hermanos, un juego de fichas. Y entre ellos se retaron a introducirse fichas en la nariz y expulsarlas para comprobar a dónde podían ir.

McCarthy dice que “una vez inhalé una accidentalmente en vez de expulsarla, y me daba un poco de miedo contárselo a mi madre, así que no lo hice. Recuerdo estar aterrorizada en aquel momento, pensando a dónde había ido". Se olvidó del tema, a pesar de los problemas para respirar que la acompañaron toda la vida. Durante 37 años.

Cuando detectaron la presencia de un objeto en su órgano respiratorio trataron de quitárselo en el momento. Pero su tamaño y lo doloroso de la operación obligaron a practicarle una cirugía. Para sacarle la ficha tuvieron que empujarla por las fosas nasales para luego extraerla por la boca.

Al hacerle la PCR habían descolocado la ficha con el bastoncillo, provocándole una infección. Cuando McCarthy se despertó y preguntó qué era lo que le causaba aquellos dolores de pesadilla, no lo pudo creer. Era la ficha que había inhalado de pequeña. Ahora McCarthy respira tranquila.

Te puede interesar