El diseño portugués cruza la frontera

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photo_camera La secretaria de Estado de Cultura de Portugal, Isabel Leal (2d); Barbara Coutinho, comisaría; el coordinador general, Luis Cueto; Anunciada Fernández de Córdova, de la Oficina Cultura y Turismo de la Comunidad de Madrid, y el alcalde de Lisboa, F

Contenido y sobrio, fiel reflejo del carácter luso, y heredero de una fecunda y arraigada tradición artesanal, el diseño portugués se ha instalado por unas semanas, en el Matadero de Madrid

No reniega del típico y tópico gallo de Barcelos, durante mucho tiempo "imagen de marca" del país vecino, no reniega pues de la tradición, pero el diseño portugués, que aterriza estos días en Madrid, vive desde hace unos años una revolución que aspira a dejar huella dentro y fuera de sus fronteras.

Contenido y sobrio, fiel reflejo del carácter luso, y heredero de una fecunda y arraigada tradición artesanal, el diseño portugués se ha instalado por unas semanas, hasta finales de marzo, en la Central de Diseño de Matadero Madrid, anfitriona de una exposición en la que se exhiben 70 piezas de 44 autores.

"Diseño en portugués: formas de una identidad", que así se llama la muestra, invita a un viaje placentero a través de cuatro décadas de un trabajo "inteligentemente práctico" y "sofisticadamente manual", poco conocido hasta hace poco, incluso dentro del país.

Quien así se expresa es Bárbara Coutinho, directora del Museo del Diseño y de la Moda de Lisboa (MUDE) y comisaria de la exposición, responsable de seleccionar, de entre las "joyas" que forman parte de la colección de la institución que dirige, las piezas que han viajado a Madrid.

Antes de cruzar la frontera imaginaria que separa a los dos países vecinos, la exposición ha podido verse en Pekín, en Lisboa y Oporto, si bien "la mejor, la más conseguida, sólida e incisiva" de todas es ésta madrileña, "por la calidad, variedad y exquisitez de las piezas". Hay negociaciones para que viaje más adelante a París.

"Si algo caracteriza al diseño portugués -comenta en "portuñol" Bárbara Coutinho a Efe- es su ironía poética, y una mezcla muy reconocible de modernidad y tradición", sin olvidar una "multiculturalidad" muy arraigada en la cultura portuguesa, consecuencia de un pasado colonial en Asia, África y el continente americano.

Bárbara Coutinho reconoce que el diseño portugués es "una realidad muy reciente", que no existe en su país "una cultura del diseño sólida y arraigada", ni una industria importante que de soporte a tanta creatividad, a diferencia de otros países europeos, pero también asegura que se está trabajando duro "para que no sea así" en un periodo corto de tiempo.

"Puede y debe ser un sector de gran importancia para el desarrollo" de un país, destaca Coutinho, que está saliendo de una crisis durísima, "que nos ha obligado a repensar muchas de nuestras actitudes".

La comisaria y directora del MUDE cree que entre los portugueses comienza a existir "una cultura y una práctica del diseño", sobre todo en los últimos años, y prueba de ello es la proliferación de escuelas de calidad y museos, y que los empresarios se han dado cuenta de su importancia para la personalidad de sus marcas. "La palabra diseño ha logrado hacerse un hueco en el discurso político", asegura.

"Pero falta hacer una definición estratégica clara por parte del propio Estado", sostiene Bárbara Coutinho, que valora cómo los portugueses, en una consecuencia más de la crisis que aún soportan, empiezan a entender que "el diseño necesita de una acción éticamente comprometida y responsable".

La exposición pone en valor la relación entre el arte popular y el arte erudito, y trata de explicar cómo el diseño portugués da más valor a la forma, a la estructura del objeto, que a su decoración. "Son piezas, en general, formalmente contenidas, de una geometría depurada. No hay en ellas intención ornamental".

Frente a la funcionalidad y resistencia del diseño alemán, o la estilización de la forma, de la línea, que caracterizan al italiano o al escandinavo, Coutinho habla de "contención formal", del predominio de la forma sobre el ornamento, en unas piezas ejecutadas con los materiales que, a lo largo de la historia, los artesanos portugueses han trabajado con maestría: madera, corcho, cristal, vidrio, porcelana, esparto...

"Corríamos el riesgo -dice- de perder el conocimiento de cómo se trabajan esos materiales tradicionales", riesgo que ha dejado de ser una amenaza.

A Bárbara Coutinho le cuesta mucho destacar una pieza expuesta sobre otras, o a una diseñador por encima de otros, "están (en la exposición) todos los que son", pero cita a Antonio García, autor en los años 70 del siglo pasado de la silla Osaka, en madera y cuero, desmontable y precursora del "móntelo usted mismo" que más tarde popularizara en todo el mundo la multinacional sueca Ikea.

Y una nota de humor: el taburete "pata negra" de Fernando Brizio, en madera negra y cuyas patas tienen la forma de una pezuña de un cerdo "pata negra".

Junto a ellos, Fernando Távora, José Espinho, Nuno Vasa, el arquitecto Álvaro Siza, Rita Filipe, Ana Mestre, Miguel Vieira Baptista, Marina Costa da Silva, Gonçalo Campos,... y así hasta completar un listado de 77 maestros de la sobriedad.

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