MÚSICA EUROPEA

Europe's living a celebration, parte II

La música del continente es tan diversa que bien merece un homenaje. Viajamos a Lisboa, París, Londres y Roma saber que hay vida más allá de Justin Bieber.

España pertenece a la Unión Europea desde el 1986 pero, con toda probabilidad, el sentimiento europeísta en el país nunca alcanzó los mismos niveles que cuando Rosa, recién salida de OT, se lanzó a cantar su tema Europe´s living a celebration (Europa está de fiesta) en Eurovisión.

fadoSin desmerecer las raíces etnográficas de la música de Rosa, otros países europeos han hecho gala de estilo propio. De Lisboa a Londres, cada uno tiene su particularidades. 

Si de algo puede presumir la capital lusa es de conservar (y saber explotar) sus raíces musicales. Lo más probable que te puede ocurrir si arrimas el oído a una esquina de Lisboa es  que escuches  la guitarra rasgada de un  fado. En el año 2011, la UNESCO nombró el fado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, por eso las notas quejumbrosas de Fernando Mauricio, Amália Rodrigues, Ricardo Ribeiro ou Beatriz da Conceiçao tienen una enorme proyección internacional.  El periódico local Público enumeró “os fados que temos de ouvir” (los fados que debemos oír) entre el que está este Povo que lavas do río de Rodrigues.

Los barrios del Chiado y la Alfama están salpicados de clubes de fado donde los guiris suelen ahogar la melancolía de la musa lusa con buena sangría. Es lo más parecido a un tablao flamenco en España.

Para cambiar la guitarra por el acordeón sin perder de vista el buen vino, atravesamos la Península Ibérica dirección París. La ciudad de Sartre suena a Je ne regrette rien (“Nada”) de Edith Piaff, a las boinas ladeadas de los 60 y al barrio de Montmartre, el de Picasso o Dalí.

Pero lejos de aquel París, como canta Ismael Serrano, crecen otros grupos que mezclan la tradición de la música gala con las nuevas tendencias. Es el caso de Zas, una cantante de gipsy jazz que en 2009  fue galardonada con el European Border Broker Awards gracias a su éxito Je Veux. 

Para disfrutar de música en directo, el Silencio Club o el Nuba están de moda. El clásico: La Machine do Moulin Rouge.

Al otro lado del Eurotunnel nació la cultura underground. Subidos a la ola del punk, con Sid Vicious y sus Sex Pistols, Londres engendra una y otra vez la vanguardia de la música europea. Donde ayer sonaba The Who u Oasis, hoy lo hace Mumford & Sonso Lilly Allen, aunque los focos sean casi todos para Adele o Coldplay. Merecido lo tienen. Si el techno es lo nuestro, la Meca es Ministry of Sound, con cuatro bares y cinco salas distintas de música electrónica.

Hay quien dice que cuando llegas a Roma lloras y, cuando te marchas, sales llorando. Para enjuagar los ojos, nada como el Arriverderci Roma de Mario Lanza, la banda sonora de la película Las Siete Colinas de Roma. 

Si tenemos un paladar fino, hay pocas ciudades como la capital italiana para degustar buena ópera. Pero Italia tiene un ligero regusto “cani” que no podemos dejar pasar. “Giulia, oh mia cara! Ti prego salvami tu” no es la estrofa de un poema de Passolini. Es el inicio de una de las canciones de “italo dance” más conocidas de la historia, mezclada por Gabry Ponte.

Italia es un país plural. Para los reivindicativos recomedamos Oh Bella Ciao, la canción de los partisanos en su lucha contra el fascismo. Para los nostálgicos, a Roma podemos cantarle el Sera perque Ti Amo de Richi e Povera. Para los horteras, Pinno D'Angio y su mítico Ma Quale Idea


No obstante, la conciencia no permitiría otra cosa que no cerrar esta pieza con Oh Sole Mio, una clásica cancion napolitana,  interpretada por los tres tenores en el mágico concierto de Roma.

Te puede interesar