La presencia en los áridos que se desprenden de su colección de elementos como la sílice o el potasio significa que, a pesar de su alto poder calorífico, las pacas generadas en las montañas gallegas con los restos de los cortes forestales han tenido poco uso tradicionalmente para la producción de energía. Continuando con un estudio realizado en 2017, los investigadores de la Facultad de Ingeniería Forestal analizaron las condiciones que, en términos de secado, empaque o transporte, permitirían una mejor utilización de esta biomasa residual. El estudio se llevó a cabo para la empresa Greenalia, que planea utilizar 500.000 toneladas de estos escombros de la central eléctrica a partir de biomasa que se lanzará en Curtis.
En comparación con otra serie de productos energéticos como los gránulos, "as pacas teñen outras connotacións, tanto polo seu tamaño, como pola súa composición, que fan que sexan un tema pouco estudado", reconoce el profesor de EE Forestry Luis Ortiz. Junto con los investigadores del grupo de biocombustibles sólidos, Ortiz realizó un análisis de 15 paquetes de escombros de corta duración de diferentes fuentes para tratar de definir "unha metodoloxía máis ou menos estándar" para el tratamiento de tales propósitos energéticos. El estudio muestra que es preferible hacer los cortes en otoño o invierno y luego dejar que la biomasa se seque dos o tres meses, antes de empacar, ya que esto reduce su porcentaje de humedad, permitiendo "que o seu rendemento térmico aumente case un 40%", al tiempo que evita la proliferación de hongos mientras permanece almacenado.
