SENTENCIA

Absuelto de acuchillar 
a un sacerdote de A Rúa

La jueza razona que la víctima no hizo un reconocimiento claro del autor.

Las dudas sobre la autoría de las graves lesiones a un sacerdote de A Rúa atribuidas por la fiscal a Francisco Segurado Rivero pesaron a favor de su absolución. Según dictamina la jueza del Penal 2, "la prueba practicada en el acto de juicio oral no nos permite concluir de manera absolutamente incontrovertida que el acusado hubiera sido el autor del robo de 850 euros y de las lesiones con una navaja que sufrió A.B.R. en el piso de su propiedad" el 29 de marzo de 2010, sobre las nueve y media de la mañana, cuando tocaron al timbre de la puerta.

La magistrada reconoce que no quedó acreditado que el denunciante "hubiera reconocido de manera indubitada al acusado -para quien el fiscal reclamaba ocho años de prisión- como el autor del robo.

La sentencia pone el acento en el hecho de que en ninguno de los reconocimientos a los que fue sometido el denunciante llegó a afirma de forma rotunda que el inculpado fuera la persona que accedió a su vivienda de manera violenta. Es más, en una de las ruedas de reconocimiento llega a señalar a una persona distinta. Algo que, por otra parte la jueza considera comprensible, ya que la víctima sólo pudo ver el rostro del autor durante un segundo, en un "golpe de vista", dado que nada más abrir la puerta se abalanzó sobre él y comenzó a agredirlo sin que con posterioridad pudiera verle bien con claridad porque la sangre que le corría por la cara le impedía hacerlo.

Las investigaciones se dirigieron contra Segurado Rivera en virtud del reconocimiento fotográfico que la víctima realizó en sede policial. En ese momento, aseguró que el inculpado era la persona que le parecía podía ser el autor de su asalto. Posteriormente, en sede judicial la identificación plena no prosperó.

Asimismo, razona la jueza que, aunque dos camareras sitúan al inculpado en un restaurante rues, es un dato que no permite concluir que necesariamente fuera la persona que seis horas antes atracase al sacerdote.

El fallo tampoco da valor a las características físicas que atribuye la víctima al ladrón (alto, complexión fuerte, 40 años y sin pelo) ya que son particularidades "aplicables a un sector importante de la población masculina de nuestro entorno". 

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