La avispilla hace caer a la mitad la cosecha de castaña

Las tolvas de las empresas comercializadoras de castaña del oriente provincial comenzaron a recibir los primeros frutos. Acompañados por unas condiciones meteorológicas favorables, con sol y temperaturas más que agradables, los productores de Valdeorras se echaron a los sotos, iniciando una campaña condicionada por los ataques de la avispilla del castaño (Dryocosmus kuriphilus) y los protocolos del covid-19. Los empresarios prevén un fuerte descenso de la producción, caída que estiman en torno a un 60 % de la castaña recogida un año normal. Si bien no es fácil cuantificar el volumen, sus cálculos dan como resultado un volumen de aproximadamente cinco millones de kilos, muy por debajo de los más de 10 cosechados hace un año. En todo caso, la caída varía considerablemente de unas zonas a otras y en algunos sotos el descenso se aproximará al 90 % de un año normal. Así las cosas, no es extraño que un productor de Rubiá que en 2019 cosechó 7.000 kilos de fruto, estos días rebaje su estimación a solo 500. Esta caída de la cosecha es consecuencia directa del ataque de la avispilla. "Deja muy dañado el árbol", comentó José Barreda, de la vilamartinesa "Castanval". No obstante, aun sería mayor de no haber sido por unas condiciones meteorológicas muy favorables, que han impulsado el desarrollo del fruto. Los precios son altos y superan un euro por kilo, alcanzando los dos euros en algunos casos. Pese a ello, en el sector plantean que se reducirán según avance la campaña. Las primeras partidas de castaña recogidas por las empresas muestran una calidad aceptable. "No es mala", comentó Juan Fernández, de la valdeorresa "Castañas Rafael" y presidente de la Red Estatal del Castaño. Si bien, la sanidad depende de la procedencia del fruto, de tal forma que hay partidas con castañas dañadas por el bicho o el hongo, en tanto que otras prácticamente están libres. La plaga de la avispilla redujo este año la producción pero no ha impedido que el tamaño del fruto sea mayor que en campañas anteriores. Entre las razones que propiciaron esta circunstancia destacan una meteorología que Juan Fernández calificó de "fenomenal" y la reducción de la carga de castañas de los árboles. Estrictos protocolos y caída de la venta La crisis sanitaria del covid-19 condiciona sobremanera los trabajos de selección y clasificación de fruto en las empresas. "No dejamos entrar a nadie, creamos separaciones en las mesas mediante pantallas. Es complicado", comentó Juan Fernández. Dio esta explicación ante la puerta de las oficinas de la empresa que dirige, "Castañas Rafael", un acceso que solo se permite previa solicitud de cita. "Creamos burbujas entre las trabajadoras para que, si se da algún positivo, que no afecte a todas", confirmó José Barreda. Mientras, detrás del empresario, un grupo de empleadas, separadas en compartimentos individuales, se dedicaban a clasificar el fruto. El temor al covid-19 también provocó una reducción de los puestos de trabajo, obligada por la necesidad de marcar las separaciones a las que obliga la pandemia, pero también una disminución de la oferta de la mano de obra femenina. En esta reducción de trabajadoras coincidieron los dos empresarios. En el sector confían en que las restricciones impuestas por las autoridades sanitarias vayan desapareciendo y vuelvan a organizarse magostos. En todo caso, Juan Fernández tiene claro que "el consumo en fresco se verá afectado".