La localidad vivió su día grande con el recorrido de sus máscaras y foliones y la tradicional comida que llenó el pabellón.
Si algo resulta tradicional de estas fechas, además de máscaras, trajes y fiesta, es la buena y rica gastronomía. En uno de los Entroidos más tradicionales, el de Viana do Bolo, los foliones, de varios kilómetros de longitud, encabezados por los Boteiros, recorren las principales calles bajo el estruendo de los tambores y el sonido metálico de los sachos.
Una especificidad de este Entroido es la máscara de grandes dimensiones que porta esta figura, formada por una careta negra tallada en madera, con una sonrisa y una figura geométrica a modo de pantalla frontal, de varios kilos de peso. Durante todo el recorrido, los "boteiros' efectuaban sus alegres danzas.
Pero no cabe duda de que este ir y venir, y las carreras hacen que el apetito surga con fuerza. Por eso, tras la celebración de los foliones, los vecinos se concentraron en el pabellón de Viana para degustar productos característicos de esta época.
Y aquí la reina indiscutible es la androlla, el embutido más sabroso de esta época. Los comensales que abarrotaron el pabellón esperaron ansiosos el desfile de los camareros con las bandejas repletas de exiquisiteces de la tierra, porque la androlla no llegó sola. Y de postre , licores y dulce. Hoy habrá que volver a bailar.