VALDEORRAS

La creciente ola de disturbios daña la caja de los hosteleros

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photo_camera La céntrica Rúa de Abdón Blanco concentra buena parte de la movida de O Barco.

Empresarios de calles como Abdón Blanco muestran su inquietud por la deriva de la convivencia 

Un vecino de O Barco se encontró ayer con las puertas de su coche hundidas y el espejo roto a patadas. El turismo estaba aparcado en la céntrica calle de Abdón Blanco, cuyos habitantes están cansados de los hechos que soportan desde hace algunos meses. No es la única zona de la villa castigada por los violentos, pero quizá sea la que más los sufre, siendo el colectivo de hosteleros el más perjudicado.

"Todos los fines de semana peleas, sangre, cristales de botellas rotas. Están fastidiando los negocios y deben respetar a quienes pagamos los impuestos. A alguien le debe interesar que esta calle esté así", comentaba ayer un hostelero de Abdón Blanco. Prefirió no hacer pública su identidad por temor a posibles represalias.

"En la puerta de mi negocio vi a un hombre venir con un palo y a otro que bajaba con un cuchillo. Estamos indefensos y la gente no viene donde hay problemas", comentaron otras fuentes del sector hostelero.

A los robos en bares y negocios se suman la rotura de los cristales de las puertas, escaparates o vehículos para intentar acceder a su interior. En muchos casos, estos hechos no son investigados. Las víctimas deciden no denunciarlos para no perder horas tramitando los formularios de las fuerzas de seguridad y, días después, en el Juzgado. Todos estos esfuerzos acaban en saco roto frecuentemente, pues el autor suele salir impune. No denunció el dueño del coche dañado en la madrugada del viernes y, según comentó, tampoco realizó este trámite la vecina que recientemente era asaltada y amenazada cuando recogía dinero de un cajero automático.

A los robos y daños en los establecimientos y vehículos hay que añadir los causados en los bienes públicos, como papeleras, bancos o maceteros, y también las peleas.

El problema de las agresiones y las actitudes violentas adquiere dimensiones que hasta no hace mucho eran impensables en la villa y que, incluso, amenazan la seguridad de los agentes. Esto sucedió a finales de 2017, en una violenta trifulca que acabó con cinco personas politraumatizadas y una de ellas en el Hospital Comarcal de O Barco. Escasas semanas después, otra persona ingresaba en el centro sanitario con un corte causado con una navaja en otra riña.

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