Crimen holandés

Diez años y medio de cárcel para el homicida del holandés de Santoalla

La Audiencia ratifica el veredicto de culpabilidad emitido por el jurado popular y tienen en cuenta el atenuante de discapacidad

 

Tras el veredicto de culpabilidad del jurado popular, la Audiencia provincial impuso diez años y medio del prisión a Juan Carlos Rodríguez González, de 51 años,  vecino de Santoalla (Petín) por el crimen de un disparo de escopeta de Martín Verfondern, el ciudadano holandés que se había asentado en el pueblo, junto con su esposa Margot Pool, que aún continúa residiendo en la localidad, en mayo de 1997. 

La pena de diez años de cárcel es por el propio homicidio y los seis meses por un delito de tenencia ilícita de armas. Para la viuda fija una indemnización de 50.000 euros y el acusado no podrá acercarse a ella a menos de 300 metros durante los próximos 11 años y cinco meses.

La Audiencia ratifica así el veredicto del jurado popular, presidido por el magistrado Antonio Piña, y emitido el pasado día 20 de junio, tras la celebración del juicio por un delito de homicidio en grado de consumación. En la sentencia hecha pública ayer, se reconoce que el condenado tiene reconocida una  minusvalía psíquica, estimada por el Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS) en un 65%, pero esta afectación, según se puede leer en el fallo, no le priva de su capacidad volitiva, comprendiendo la maldad y bondad de sus actos.

El jurado consideró, aunque no por unanimidad, probado que a las 13,15 horas del 19 de enero del 2010, Juan Carlos Rodríguez se encontró con Martín Verfondern, que se encontraba dentro de su coche, un todoterreno Chevrolet Blazer, y le disparó un tiro con su escopeta por la ventanilla, lo que le causó la muerte. Durante la instrucción del sumario, el ahora condenado se autoinculpó en dos ocasiones por los hechos. 

 Momentos después, apareció en el escenario del crimen Julio Rodríguez González, de 53 años, hermano del homicida condenado, que solía desplazarse desde otro lugar con regularidad a Santoalla, para ayudar en las tareas agrícolas a sus padres y hermano.

Julio Rodríguez, según recoge la sentencia, aparcó el tractor que conducía y puso en marcha el coche del fallecido. Después, situó el cadáver en el asiento trasero, y comenzó a circular por varias pistas forestales a lo largo de 18,5 kilómetros, hasta el paraje conocido como As Tozas de Azoreira, un lugar de  nulo tránsito y difícil acceso. Según estima el jurado, su intención era lograr la impunidad del crimen y escondió el vehículo entre unos pinos. Sacó el cadáver, los llevó a otro extremo, a unos 150 metros de distancia, y el prendió fuego con ramas.


De amigos a enemigos


Condenado y fallecido mantuvieron una buena relación de vecindad nada más asentarse el matrimonio holandés en Santoalla, pero terminaron enemistándose desde que Martín Verfondern les pidió que lo hicieran comunero para beneficiarse de los recursos del monte. El fallecido terminó consiguiendo este objetivo en los juzgados. Varios testigos acreditaron que el condenado iba realmente armado, dado que llegó a encañonar con la escopeta a un hombre que había asesorado en la compra de una propiedad al holandés, al que acusaba de conducir con un "tolo" por Santoalla. El condenado, que está en prisión desde el año 2014 cuando fue descubierto el coche y encontrados los restos del cadáver, apenas salía del pueblo, por cuyos alrededores paseaba con el arma al hombro. 

El móvil del crimen fue el odio que la familia del condenado procesaba hacia el holandés. 

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