PROVINCIA

El drama de Vilariño de Conso: se vacía pese a su nivel de renta

Vilariño de Conso
photo_camera Casa do médico de Vilariño de Conso, cuya vivienda fue descartada para alojar a una familia siria.

Está entre los concellos con más presupuesto per cápita pero se desangra demográficamente

La pérdida de población hizo saltar todas las alarmas en Vilariño de Conso. Los 847 habitantes que vivían en este concello del oriente provincial en 1996 se quedaron en solo 535 el año pasado, lo que supone un descenso del 37% en dos décadas. En este tiempo cerraron muchos negocios, es un goteo. En la actualidad, dejando a un lado los profesionales autónomos, apenas mantienen su actividad una farmacia, dos bares, un comercio, un aserradero, una panadería y, curiosamente, la sucursal de Abanca.

Si bien puede parecer sorprendente la presencia de la entidad bancaria en esta lista, no lo es tanto si se toma en consideración que Vilariño de Conso es uno de los concellos con mayor presupuesto "per cápita" de la provincia. Ya en 2015 encabezaba el ranking ourensano con otros dos municipios del Macizo Central Ourensan: Chandrexa de Queixa y Manzaneda. En aquel entonces, superaba los 2.617 euros por habitante, con un presupuesto de más de 1,6 millones. En 2018, la cifra es aún mayor y alcanza los 3.102, una cifra importante que tiene su razón de ser en los ingresos procedentes de las empresas de producción hidroeléctrica.

El lugar de privilegio en la clasificación de los concellos ricos no basta para frenar la caída de la población. Vilariño de Conso se está quedando vacío de gente. Los intentos que desde distintas entidades promueven insistentemente no logran frenar la despoblación. Entre ellos hay que incluir la polémica que tiene dividido al pueblo desde que Cruz Roja consideró que el piso que el Concello ofrecía a una familia siria de cinco hijos no reunía condiciones de habitabilidad y precisaba de ciertas reformas, según confirmaron fuentes de la ONG; las mismas que descartaron cualquier otra teoría, incluída la que era lanzada desde el propio Concello.

Evitar la pérdida del colegio unitario se volvió un objetivo prioritario para buena parte de la población. El curso pasado eran 15 los alumnos que estudiaban en sus aulas, hoy solo siguen 6. Algunos continúan su formación en el Instituto Carlos Casares de Viana y otros fueron llevados por sus padres al colegio Bibei, también vianés, en lugar de dejarlos en Vilariño. En la calle se oyen voces muy críticas con el Concello por permitir que se produzca esta perjudicial fuga.


"Asentar poboación, sen importar cores"


Desde la Alcaldía, la popular Melisa Macía anunció una partida de 60.000 euros "destinada a subvencións para a atracción de persoas ao noso concello". Pertenece a un presupuesto de 1,4 millones e irá destinada a la rehabilitación de casas vacías y al programa de tierras abandonadas. La alcaldesa resumió las iniciativas destinadas a frenar la despoblación: ayudas a autónomos, económicas y en forma de cesión de locales; subvenciones del arreglo de viviendas vacías, destinadas al alquiler; "Doing Bussines", de la Xunta, con reducción de impuestos y esención de licencias a empresas; Impostos 0, que exime de pagar agua y basura, así comolicencias de obra; conciliación familiar, que ofrece gratis los servicios del punto de atención a la infancia; y Terras

Abandonadas, que subvenciona proyectos innovadores en terrenos en desuso. "Se trata de asentar poboación nova, sen importar cores ou nacionalidades", dijo Melisa Macía. El temor a la despoblación está detrás de la asociación Xolo, que tiene a Manuela González entre sus impulsoras. "Loitamos para que esto non desapareza. Aquí, hai moito traballo, se se fan ben as cousas. Hai turismo sin explotar. Nós, estamos fomentando que veña xente", comentó.

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