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La espiritualidad revive un pueblo vacío de Vilamartín

El maestro espiritual con un grupo de asistentes al "satsang" o cita con el gurú.
photo_camera El maestro espiritual con un grupo de asistentes al "satsang" o cita con el gurú.

Una pareja eligió Robledo para organizar retiros de silencio y una escuela de cocina saludable

La aldea de Robledo (Vilamartín de Valdeorras) estaba deshabitada. Aunque es visitada prácticamente todos los días por personas que tienen en ella propiedades familiares, las visitas eran esporádicas. Nadie pasaba la noche entre sus ruinas hasta la llegada de Fernando Rivela y Lorena Fernández. Ellos buscan un entorno adecuado para desarrollar sus proyectos: la organización de retiros de silencio y una escuela de cocina consciente, para la salud. Ya llevan algún tiempo desarrollando estos trabajos en distintos puntos de Galicia: Gondomar, A Coruña, Laxe. "Más adelante, podemos hacerlos aquí", comentaron.

Este lunes, las calles de la aldea ofrecían una imagen impensable hace escasas semanas. En ellas podía verse a numerosos visitantes caminando, sentados, cocinando o comiendo. Acudieron al reclamo del "satsang" o encuentro con el maestro, programado dentro de la visita del maestro Sant Ram Parkash a España.

Llegaron de todo el Estado. En esta pequeña aldea, encajada entre montañas y próxima al límite con la provincia de Lugo, se encontraron personas de Almería, Ciudad Real, Mallorca, Barcelona, Canarias y de toda Galicia.

La visita fue especial. El maestro espiritual llegó para "limpiar el karma. El maestro trabaja para ayudar al mundo. Es la primera vez que viene a España", explicó el doctor Rajbir, médico de origen indio, que aceptó ejercer de traductor y que en su día trabajó al lado de la ya Santa Teresa de Calcula, según explicaron los organizadores de la cita.

La visita animó la aldea donde vive la pareja de jóvenes que apostó por ella. "Buscábamos un espacio tranquilo, para la meditación, los encuentros, las actividades del corazón y recuperar la humanidad", explicó Fernando Rivela, de nacionalidad brasileña y nieto de emigrantes de la localidad ourensana de Castro de Laza.

Explicó que buscaron un lugar para establecerse en Galicia y Portugal durante no menos de tres años. Internet les abrió las puertas a la compra de una casa y un refugio para alojar a los visitantes. Este lunes, ya comentaban que, en las pocas semanas transcurridas desde su llegada (aún están restaurando su vivienda), las relaciones con los vecinos son muy buenas.


Una apuesta por las asociaciones rurales


 La aldea de Robledo suponía una preocupación especial para el alcalde de Vilamartín, Enrique Álvarez Barreiro. Explicó que es la única que, aunque suben vecinos casi todos los días, carecía de habitantes. Ahora, su preocupación se centra en San Vicente, uno de los núcleos más importantes del rural vilamartinés, que amenaza con quedarse vacío. "Preocupa que non suba xente", comentó.

El regidor explicó que los habitantes que abandonaron las viviendas familiares apenas vuelven a la aldea, una situación que intenta paliar la asociación vecinal creada recientemente. Para conseguir el regreso de los "emigrantes", sus socios promueven actividades y fiestas.

La de San Vicente no es la única asociación vecinal que impulsa la vida en el rural de Vilamartín, también en Cernego, donde apenas sigue una docena de familias, se creó un colectivo. "Un dos nosos proxectos é aumentar as axudas ás asociacións", dijo Enrique Álvarez.

El alcalde es más optimista respecto al futuro de los demás pueblos. "Vilamartín, Córgomo, Arcos, Portela o San Miguel están aumentando a poboación", dijo. Su proximidad a la villa barquense, unos alquileres más baratos y la posibilidad de vivir en casas en lugar de pisos son factores que tienen su atractivo.

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