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Manzaneda está solo a hora y cuarto

photo_camera Acceso a las pistas de esquí de Manzaneda.

Manzaneda es un lujo, ponerse los esquís una experiencia para contar. Esquiar ya tiene que ser la ostia.

Decía la muerte en 'La ladrona de libros' que "todo el mundo sabe que una bola de nieve en la cara es el comienzo perfecto de una amistad duradera". No tengo la fortuna de haber recibido ese bolazo y no sé si para toda la vida, pero sí para una buena temporada me tiene interesado esto del esquí. En mi caso más que bolas diría bofetones o impactos. Caídas, más bien. Para que engañarnos. Las típicas del que debuta en una afición que ahora entiendo porqué tiene fama de adictiva. 

Algo debe tener la nieve para hacerla casi hipnótica. Con o sin esquís. Tanto como para enganchar a Keith Richards a primera vista, agobiarnos con "Fargo" o dar nombre a algún personaje de cuento, con o sin enanitos. Por tener, hasta tiene monstruo propio. En Manzaneda no está. Todos tranquilos.

A lo que iba, que engancha. Con la suerte del debutante, con sol y sin frío. Con vigueses a punta pala devolviendo la visita a Samil.

"¿La primera vez?". Y eso sin 'L' a la espalda. Ni siquiera me había calzado las botas, de hecho estaba alquilándolas con el equipo completo. Porque esto del esquí es más fácil de lo que pensaba. No esquiar, eso es otra historia y cuestión de habilidades. "Hay quién esquía a los 20 minutos y quién tarda una semana. Los niños lo pillan a la primera, a los mayores les cuesta más".

Un consuelo cuando te lo dice un monitor para el que el número de las clases ya ha dado la vuelta al contador. En un final de temporada inmejorable, con todas las pistas abiertas y con un sol que añade todavía más belleza a una Estación de Montaña que no necesita edulcorante para gustar.

"Mucha gente no sabe que para empezar a esquiar Manzaneda es una de las mejores estaciones de España". Me ha costado unas cuantas caídas darme cuenta y me voy con la necesidad de repetir para darlo por hecho, pero doy fe de que el nivel de los monitores, la calidad de la instalación y el precio de las clases no excluye a nadie. Merece la pena intentarlo.

En cuña, giro a un lado, que si los talones abiertos, no bajes la cabeza y mira al frente, que si espátula, que si cola, que si patín. ¡Y al suelo!

Estoy en el vagón de los que necesitan esa semana de margen. Ya lo sospechaba.

"¿Que tal?". Me voy con la sensación de que me falta mucho para alejarme incluso de las pistas en las que los niños van más rápido, pero con la afición metida en vena. A una hora y cuarto de repetir experiencia y decidido a volver a intentarlo.

Manzaneda es un lujo, ponerse los esquís una experiencia para contar. Esquiar ya tiene que ser la ostia.

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