La pizarra cubre un castillo del siglo XVI

Noailles, un pequeño pueblo del interior francés, tiene un pedazo de Valdeorras. O mejor dicho: pedazos de los yacimientos de pizarra que hay en la comarca. Pueden encontrarse en la cubierta de un monumento histórico, un castillo del siglo XVI que perteneció a una familia de la alta aristocracia gala. El edificio sufrió un terrible incendio en febrero del año pasado y para su rehabilitación se optó por construir el tejado con la roca valdeorresa. Todo comenzó en una mañana de febrero de 2019. En la villa se había declarado un incendio; estaba ardiendo el castillo conocido como Domaine de la Fage, reavivando el fantasma de otro siniestro que había sufrido en el año 1789. No hubo que lamentar ningún daño personal, pero los daños materiales fueron muy significativos. El fuego no perdonó el tejado que cubría la sala de fiestas donde se originó el suceso. Eran 600 metros cuadrados de pizarra francesa tradicional, montados sobre una estructura de madera, los que protegían la estancia de la meteorología. Apenas quedó nada. La construcción del nuevo tejado requirió 45 tipos de pizarra de diferentes dimensiones La entonces alcaldesa de Noailles, Nicole Taurisson, medía la dimensión de la tragedia en una televisión local: "Es una finca que es muy conocida. Es una catástrofe para el patrimonio". Los franceses miman mucho sus monumentos. Son muy rigurosos con las maneras en las que se llevan adelante la rehabilitación de este tipo de edificaciones. Algo que dice muy bien de la pizarra que se extrae en las canteras valdeorresas, ya que los encargados de la obra de recuperación del antiguo inmueble miraron hacia la comarca a la hora de escoger los materiales. La empresa Tres Cuñados, con sede en Carballeda de Valdeorras, se ocupó de proveer las losas para la construcción de la nueva cubierta a través de un distribuidor francés: Club Ardoise. Santiago Vázquez, su gerente, comentó que "para el mercado de monumentos históricos antes había una imposición de utilizar pizarra de Francia". Según apuntó, esta exigencia se dio hasta hace unos años, cuando cerraron las últimas canteras francesas. Entonces se abrió algo más la mano y la pizarra gallega pudo descargar en los enclaves monumentales del país galo. Eso no significa que no respeten el modelo original. De hecho, la reconstrucción del tejado del castillo se ejecutó al estilo "Bruillée", un arte tradicional que combina diferentes tamaños de losa. "La parte complicada está en que teníamos que ceñirnos a un número de piezas bastante preciso", explicó Vázquez. Este pizarrista valdeorrés resaltó la exigencia de los restauradores galos a la hora de conservar su patrimonio arquitectónico. Afirmó que tratan de que las próximas generaciones conozcan los monumentos en su estado original: "Cuando se rehace algo que tiene consideración de monumento, lo intentan clavar". Siguiendo sus indicaciones labraron 45 tamaños distintos de losa, diseñados específicamente para el castillo. Un reto logístico. Las dimensiones que se cortan normalmente en la producción en serie oscilan entre los tres y los cinco milímetros de grosor, ocho en alguna ocasión. La pizarra enviada a Noailles llega a alcanzar el centímetro, una circunstancia que dobla el peso que debe resistir la estructura de la cubierta. Además, en cuanto al largo y al ancho, se requirieron modelos de siete longitudes diferentes, entre 50 y 27 centímetros, con cinco anchuras distintas por cada una de ellas. Esto no fue impedimento para que las canteras valdeorresas puedan presumir de haber aportado la materia prima para dotar de un nuevo techo a una importante pieza del patrimonio francés. No es casualidad. Francia es el primer cliente de la pizarra que sale de las canteras del valle del Casoio, siendo uno de los importadores fieles de la losa valdeorresa. En el ejercicio de 2019 viajaron 195.883 toneladas de roca al país vecino; cuatro de cada diez tráileres que salieron de las pizarreras tenían como destino un cliente francés. Una prueba del interés de los galos en el producto es la confianza en la losa valdeorresa, que ahora figura en el tejado de monumentos como el Domaine de la Fage. El incendio que sufrió el castillo en febrero del año pasado se coló en su historia. El desastre patrimonial que provocaron las llamas fue corregido, convirtiéndose en una transformación más del edificio y Valdeorras pasó a formar parte de su historia, aportando un pedazo de ella. Literalmente.