La Asociación de la Memoria Histórica recaba datos en Lugo para su traslado a Ourense en verano

Una ruesa busca en Cereixido los cuerpos de dos de sus familiares asesinados en 1936

Una vecina de A Rúa, Isabel Rodríguez Daga, visitó Cereixido-Quiroga (Lugo) para conocer el lugar donde mataron y enterraron a un tío y a un primo suyos en 1936. Viajó acompañada por dos integrantes de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, colectivo que pretende regresar el próximo verano para exhumar los restos de los 14 ocupantes de un pajar incendiado a finales de agosto del 36. Esta ruesa pretende recuperar los de sus familiares para enterrarlos en el cementerio de A Rúa.
El pequeño pueblo de Cereixido-Quiroga (Lugo) sólo tiene 18 habitantes. Sus montes lindan con el municipio de A Rúa y para acceder a la localidad hay que tomar la N-120, desviarse por la carretera que conduce a la casa de turismo rural de la Ferrería de Rugando y continuar 10 kilómetros hasta el final de la carretera. Hasta allí viajaron el miércoles seis de febrero la ruesa Isabel Rodríguez Daga y dos integrantes de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), Alejandro Álvarez del Amo y Nuria Maqueda Jiménez.

El viaje tuvo un único objetivo: tomar contacto con el pajar donde fueron asesinadas 14 personas en agosto de 1936 y el lugar donde fueron enterradas, en un rincón del cementerio. Dos de estos muertos fueron Ovidio Rodríguez López y Aureliano Rodríguez López, tío y primo de Isabel Rodríguez.

La de ayer fue una primera toma de contacto, antes del desplazamiento que un equipo de voluntarios de la asociación pretende realizar en el verano para exhumar los restos depositados en este lugar.

“Quiero llevarlos con mi padre”, explica Isabel Rodríguez, que a continuación explica que éste fue enterrado en el cementerio de A Rúa.

Durante su visita a las ruinas de la “palleira”, apenas una pared de piedra, esta ruesa observó el lugar detenidamente y en silencio. Sólo lo rompió al final, antes de abandonar el lugar, cuando preguntó cómo nadie pudo retirar un montón de escombros y maderos.

Seguidamente, la pequeña comitiva se encaminó hacia el cementerio, ubicado tras un tejo centenario. En uno de sus rincones fueron enterrados los asesinados del 36, pero ninguna marca indica el lugar. Al menos, a simple vista, pues Isabel Rodríguez se detiene ante una losa cuadrada, la levanta y amaga con excavar en la tierra con un pequeño palo. Después explicaría que “me dio la impresión de que la piedra la puso alguien para indicar dónde están”.
Posteriormente, los integrantes de la ARMH, viajaron a Quiroga para buscar datos de lo sucedido en el 36, en Cereixido.


Un pueblo encerrado en su silencio

Los miembros de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica abandonaron Cereixido sin extraer demasiadas conclusiones respecto a lo sucedido en 1936 y las que consigan las tendrán que buscar solos, sin la ayuda de los vecinos. El silencio vecinal fue total y los consultados se limitaron a indicar los caminos del pajar y del cementerio. “Esta reacción pasa en la mayoría de los pueblos”, dice Alejandro Álvarez. Lo apunta desde la seguridad que da la experiencia y que avalan las más de 60 personas exhumadas el último verano, según indicó Nuria Maqueda. Viajan por todo el país en su búsqueda de datos del alzamiento militar de 1936. “Hacen una labor muy buena, pues permite recoger a los seres queridos y darles cristiana sepultura”, asegura Isabel Rodríguez.

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