La pandemia generada por el covid-19 no solo castigó los aspectos sanitario y económico de la sociedad actual, también la faceta solidaria quedó marcada por el virus. Lo confirmaron los responsables de la ONG diocesana, Cáritas Interparroquial de O Barco de Valdeorras y Peludines Callejeros de Valdeorras. En ambos casos, las dificultades para alimentar a los necesitados que recurren a ellos se multiplicaron con la crisis.
Ambos colectivos se mueven en un concello, el de O Barco, donde el número de desempleados creció un 14 % entre febrero y abril, coincidiendo con las primeras semanas del confinamiento. Los 806 registrados en la Oficina de Empleo aumentaron hasta 923, según los datos del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE).
"Hay una vulnerabilidad mayor", comentó Isabel Álvarez, trabajadora social de Cáritas. Su situación hace más necesaria un apoyo que se pone muy cuesta arriba. "El Concello de O Barco promovió una campaña en cuatro supermercados de la villa -Corzo, Froiz, Eroski y Familia-, llevamos desde marzo, pero no hay una recogida masiva como antes", explicó Julio Mourelo, desde Cáritas, quien reconoce que se vieron obligados a comprar alimentos, principalmente destinados a la población infantil.
"El virus se dejó sentir. Antes teníamos el cajón que dejamos en supermercados como el Gadis de A Pobra lleno. Ahora tenemos menos. Los sacos son más pequeños", explicó Jorge Yáñez, de la protectora Peludines Callejeros de Valdeorras, quien también aludió a la necesidad de fondos para afrontar los pagos a los veterinarios. "Nos coincidieron muchos problemas. Mañana operamos un peludín y acabamos de gastar 400 euros en otro", comentó.
Son 13 los animales que Jorge Yáñez atiende en la perrera que el colectivo posee en Rubiá y cuyos animales dependen de la solidaridad de los barquenses: "La gente ayuda. Se entiende el bajón porque corren malos tiempos para todos", entiende Yáñez.
