No quedó actividad lúdica que no entrase en el calendario de la diversión propuesto por los responsables del certamen
La pequeña localidad de Baltar se convirtió ayer en la capital de la convivencia intergeneracional. La novena de sus fiestas populares, el Laroucofest, el reconocimiento a la que fue primera ginecóloga gallega e incluso un campeonato deportivo de parapente fueron ofertas varias e intensas para un público que, un año más, respondió a tan variopinta convocatoria.
Comenzó la jornada granjeándose el derecho a participar de la comida popular con una andaina de 17 kilómetros por tres pueblos antiguos del municipio. La primera de las pruebas, leve, dio paso al preEuropeo de parapente, que dejó boquiabiertos a los asistentes por la espectacularidad de los vuelos.
Poco a poco se acercaba la hora del yantar y la intensa sesión de juegos popular previstos por la organización.
Antes de que llegase la populosa merienda cena de las nueve de la noche, los asistentes tuvieron la ocasión de participar en un par de llamativos entretenimientos: tiro con cuerda o como cruzar el río sobre una madera sin caerse. Con la noche llegó la música al lugar.