Concepción dejó Cualedro para vivir en Santiago, Santander y, finalmente, en Madrid. Ahora disfruta de la compañía de su familia en el pueblo.
¿Cómo fue su niñez entre Santander y Galicia?
En un principio mis padres se casaron aquí, en Cualedro, y después se fueron a Santander, ya que mi padre era de allí. Cuando estaba a punto de nacer, mi madre regresó para dar a luz aquí y que yo fuera gallega. También lo hizo con mi hermano. Con ocho años me volví a Cualedro porque mis padres emigraron a Venezuela.
¿Fue dura esa etapa sin sus padres?
Fue una época difícil. Me costó adaptarme de nuevo a Cualedro. Nos quedamos con mi tía Agusta mi hermano y yo, y también un primo. Fuimos como hijos para ella. Estudiamos en Ourense y yo ya me fui a Santiago a hacer la carrera, y de allí a Madrid.
¿Por qué Madrid?
Porque mis padres montaron allí negocios al volver de Venezuela. Tuvieron una librería y una zapatería, y ya nos instalamos allí todos.
¿Tuvo morriña de Galicia en aquella época?
No mucha, la verdad, aunque sí extrañaba a mis compañeros y amigos de Santiago. Me adapté pronto a la vida en Madrid. Allí preparé oposiciones y ya me puse a trabajar.
¿Qué era lo que más le gustaba de regresar aquí?
Disfrutar de la gente y de la familia. Poco a poco empecé a relacionarme más con la familia de mi madre y ahora es en la que más me apoyo. Aquí me siento muy bien.
¿Cómo ha visto el pueblo?
Creo que ha empeorado mucho. Antes había más unión entre los vecinos y ahora hay más independencia, la gente sale menos. Yo pienso que afecta mucho la televisión, las personas se encierran más en casa. Me acuerdo que antes aquí sólo había una e íbamos todos juntos a ver algún programa por la noche. También hay mucha gente de mi edad que ha fallecido.
¿Volvería a vivir aquí?
Creo que no. Aquí en los pueblos el acceso a la sanidad es más difícil, y mis primos todavía no viven aquí y me sentiría sola.