Daria Toropova lleva 10 años realizando los 5.713 kilómetros que separan su Rusia natal de la casa de sus padres adoptivos en As Pías (A Merca). Daria, una de las primeras niñas de acogida de Ledicia Cativa, asociación que posibilita la vacaciones saludables de niños rusos, ha prolongado un año más su viaje a Ourense colaborando como monitora en la entidad celanovesa.
¿Cómo llegó al programa?
En Rusia vivo con mi abuela y, un buen día, hace 10 años, alguien le habló de Ledicia Cativa y su programa de acogida. Aunque al principio tenía miedo, ahora está muy contenta y agradecida con mis papás de As Pías, Tomás y Filomena.
¿Cómo se ve el programa a través de los ojos de una niña de ocho años?
Al principio fue difícil, tanto porque no había las comunicaciones que hay ahora (internet o teléfono), como por el idioma. El castellano es fácil, pero al principio no entendía nada y extrañaba mucho, así que pasaba largas horas en mi habitación. A medida que fui creciendo, lo veía como unas vacaciones y ahora, como monitora, me doy cuenta de la importancia del programa, sobre todo los niños de Brianks (zona afectada por la radiación). Eso es algo que valoran mucho las familias en Rusia y no saben como agradecer a los padres de acogida.
¿Qué destaca de su experiencia?
Todo. Que me haya dado a mis papás, salud, la posibilidad de conocer un país con una cultura tan abierta y diferente, y ¡la comida!.
¿Y como monitora?
Este es mi primer año y la experiencia es muy gratificante. Además de que los niños no dan problemas, solo los motivados por la barrera del idioma, te permite establecer lazos diferentes y más intensos con los niños y sus familias.
¿Se plantea venir a vivir aquí?
Me gustaría, pero no puedo dejar sola a mi abuela.
