No os voy a descubrir ahora que vuestros padres y abuelos, incluso tatarabuelos (sé que tengo lectores muy jóvenes…), tenían muchos menos locales de ocio de los que tenemos hoy en día, quizás por eso los que existieron fueron adquiriendo en algunos casos ese halo de grandeza que posiblemente no resistiera un análisis minucioso.
El caso es que, si os sirve mi opinión, el pasado no se puede comparar más que con el pasado.
La Bilbaína fue en su época un local con lo último en iluminación (se encargó a la empresa Hermanos Fraga el trabajo), instrumentos musicales y, sobre todo, en cuanto a contratación de artistas; lo mejor del panorama artístico nacional pasó por la sala. Tal y como se recuerda en la ciudad, nació en 1933, pero lo que pocos recuerdan es que desde un par de años antes, en el comedor de lo que era Hotel La Bilbaína ya se organizaban lo que se conocían como “Tés Dansant” ¡Vamos!, que como no había discotecas, la gente iba a bailar allí.
Ya os contare más historias de esta mítica sala. Hoy, solamente un viejo cartel publicitario.