PAPELES DEL ROCK

Lecturas rockeras de verano

LECTURASSSSS
photo_camera Algunos libros recomendables para un verano rockero.

No son pocos los libros que desde diferentes puntos de vista tienen en el rock su mundo, su cultura y su historia

Ala orilla del mar en la playa, al borde de la piscina saboreando un cubata o una cervecita, o incluso en la alta montaña, si hace fresco y se está de noche en la cama hasta con una manta, uno de los placeres que más se puede disfrutar en vacaciones es el de la buena lectura. No son pocos los libros que desde diferentes puntos de vista tienen en el rock su mundo, su cultura y su historia como parte integrante de su argumento o de sus escenarios. Aquí vamos a comentar alguno de ellos. No en vano esta sección se llama papeles de rock ¿no? 

Entre amplificadores
No se trata tanto en este acercamiento a la novela desde el rock de referirnos a novelas sobre grupos imaginarios y/o personajes basados en músicos o artistas reales –eso se ha tocado más desde el punto de vista del cine- sino de obras en las que desde la temática o el argumento también, pero más en su técnica narrativa, en su ritmo, en el comportamiento de los protagonistas o en la descripción de los ambientes, incluso puede que de manera no consciente, no deliberada, se note, se perciba, se respire la presencia del rock. El rock no sólo como una forma de hacer música o un lenguaje generacional, sino como una actitud, una manera de vivir, una forma de contar historias y sobre todo, como una forma de romper con lo establecido, de vivir al margen de lo convencional, tal y como fue en los años 60 y gran parte de los 70. 

Cabe desde esa óptica, aunque sean obras anteriores a la eclosión del rock como fenómeno sociológico y/o nueva cultura señalar On The Road de Jack Kerouac, Escupiré sobre vuestra tumba de Boris Vian o A Sangre Fría de Truman Capote como textos en los que sus protagonistas, individuos desarraigados, gente que viven fuera del sistema, son el tipo de público que unos pocos años después darán vida al rock como la música de esos outsiders que el sistema no es capaz de asimilar. 

Dentro de ese controvertido y al tiempo fascinante terreno fronterizo que existe entre la literatura y el periodismo, imprescindible la mítica Gaseosa de ácido eléctrico de Tom Wolfe editada en 1968. Un relato excelente de todo lo que fue la contracultura, el hipismo y el rock en la América de los 60 contado a modo de guión de road-movie, en el que Wolfe siguió a mediados de los 60 el viaje en un destartalado autobús con una de las figuras más emblemáticas de la contracultura, Ken Kesey y su pandilla de Merry Pranksters (en castellano, en la primera edición de este libro se les llamó los Alegres Pillastres) compuestos de desertores de Vietnam y proto-hippies, donde el escapar de la policía, escuchar rock´n´roll, viajar en ácido y vivir cada día en una aventura dan forma a una historia sensacional, cuya lectura esta inequívocamente acompañada de música de los Byrds, Grateful Dead o los Doors. Similar atmósfera supo reflejar Wolfe después en La Banda de la casa de la bomba y otras crónicas de la era pop, cuando narra como todos los outsiders que llegaban a la playa de La Jolla en California, desde Panteras Negras a mexicanos inmigrantes ilegales o jóvenes de clase media frustrados que anhelaban otro mundo, dejaron de ver la acartonada televisión americana y empezaron a escuchar “(I Can´t Get No) Satisfaction” de los Rolling Stones en la radio. 

Y todo ello contado con la verosimilitud y la reconfortante credibilidad que aportaba al relato un autor como Tom Wolfe, que nunca perteneció a ese mundo, pero que desarrolló una extraordinaria habilidad para situarse como espectador desde fuera y narrar lo que veía y percibía con un más que privilegiado y certero sentido de la observación. La influencia de Gaseosa de ácido eléctrico entiendo que es innegable en otro de los textos de cabecera de la literatura-rock, por lo menos en los años 70: Viajando con los Rolling Stones de Robert Greenfield, una novela-rock escrita a modo de crónica sobre el legendario tour americano de los Stones en el verano de 1972 que 45 años después sigue agotándose edición tras edición que sale al mercado. 

En modo alguno podemos obviar en este sentido la pluma ácida, irónica y lúcida al máximo de uno de los escritores clave de la crónica contemporánea americana, Hunter S. Thompson, autor de una novela que es puro rock llevado a la narrativa: Miedo y asco en Las Vegas, novela-rock por definición, cuyos protagonistas a lo largo de su enloquecido viaje, y como no podría ser de otra forma, escuchan en su coche una y otra vez “Sympathy For The Devil” de los Stones o la excelente colección de relatos agrupados bajo el nombre de A la rica marihuana y otros sabores de otro escritor sin el que no puede entenderse la contracultura de los años 60: Terry Southern. El autor que definió más acertadamente lo que hoy conocemos como un hipster… ¡en 1977! 

No sólo América
A comienzos de los años 90 en Italia y también en España logró una notable repercusión la novela de Enrico Brizzi Jack Frusciante ha dejado el grupo, obra en la que su protagonista, un joven de apenas 18 años, narra su descontento, su frustración y su rechazo a una sociedad que le ofrece confort material, pero una vida sustancialmente vacía que no quiere vivir, como Jack Frusciante tampoco quería vivir en la ola de éxito de su grupo, los Red Hot Chili Peppers. 

En España, la figura en este campo del insigne Jordi Sierra i Fabra, cuya vastísima obra merece no ya un artículo sino toda una tesis doctoral, es referencia obligada en el mundo de la relación entre el rock y la literatura. Por citar únicamente alguna de sus novelas más significativas en este campo, no dejar de leer Nunca seremos estrellas del rock, Sonidos del corazón, las novelas de la serie del detective rockero Sam Numit o las más recientes de Berta Mir, joven detective barcelonesa bajista de un grupo de rock.

Igualmente recomendables las novelas policiacas de Xavier Moret, cuyo protagonista el detective hippy Max Riera desarrolla su talento en la Barcelona más underground en sus obras El último hippy y sobre todo, El Hombre que adoraba a Janis Joplin, y en cuanto a la gente más joven, más de la última hornada, a destacar la novela de Pedro Gardner Perdida en los 80, un retrato tanto literario como sociológico de una época y un ambiente muy determinado, sobre el que existe un enorme campo para trabajar: Madrid y el ambiente del Heavy Metal en los años 80.

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