rutas de val y montaña

Por la minería de Hierro del Cantábrico

Eucaliptos talados, apilados entre otros, a punto de ser enviados a las industrias celulosas, en el camino a la mina.
photo_camera Eucaliptos talados, apilados entre otros, a punto de ser enviados a las industrias celulosas, en el camino a la mina.
Son como 24 los kilómetros de esta caminata, pero que se podrían reducir obviando la subida al Castelo de San Martiño o Penedo da Redonda. 

El hierro del Cantábrico explotado antes de la romanidad, incluso el oro que los romanos exportaron de grandes y pequeñas minas; como grandes, en el Noroeste peninsular, Las Médulas, y pequeñas, esas excavaciones diseminadas por el gallego territorio, que ya explotaban a pequeña escala los indígenas antes de la llegada de los romanos.

Por esta minería de hierro, la más importante del territorio juntamente con la de  Pontenova, vamos a discurrir en el primero de los tres tramos de esta montañera que por acá ya tiene trazado reconocido.


Hacia el alto da Silvarosa


Salimos de la Playa de Cobas dirección Ferrol; en el segundo peatonal atravesar en dirección cementerio pasando bajo el Feve, ferrocarril de vía estrecha. Un tramo de pista asfaltado hasta el mismo cementerio donde ya la pista se hace térrea entre eucaliptos que por aquí son evacuados procedentes de talas más arriba. El Romano, personaje popular desde cuando regentaba un bar, subía todos los días con sus dos bracos, perros de raza que le acompañaban hasta la misma Silvarosa; ahora sin  los tales canes, pero sí un hermoso setter, ya no alcanza la Silvarosa y se detiene a medio camino donde ha reparado una choza que le salvaguarda de algún chubasco. En este continuo subir por térrea pista, atacamos dos duras rampas y un descansillo para acometer el casi continuo ascenso hacia el alto de la minería en A Silvarosa, en tránsito por donde pasaban las vagonetas-funicular con el mineral de hierro procedente de la minería para abastecer, en su último estadio de producción hasta los años 60, las factorías de Ensidesa en Avilés. Las minas, abiertas a principios del siglo XX por una compañía alemana pasarían a otras e incluso a ser regidas por el emprendedor José Barros, que fabricaba en Chavín piezas para automóviles, en tiempos en los que piritas y magnetita se enviaban a toda Europa descargando las aéreas vagonetas en O Cargadoiro, un muelle especializado en el opuesto lado del puerto de O Celeiro.

En la subida se remata prácticamente en las minas; vale la pena ver la gran cárcava a cielo abierto, donde anidan unos cuantos cernícalos y hoy alambrada para impedir cualquier accidente. A cielo abierto y luego en numerosas galerías se extraía el mineral, abandonadas sus labores por falta de calidad, a finales de los 60, ya en manos de la compañía nacional Ensidesa (Empresa Nacional Siderúrgica) del INI.


Bajada al val do Landro


Prosiguiendo entre el fental ( pradería de helechos), en dirección sur, hay que ir atentos a un sendero estrecho que aparece a izquierda y que termina en la asfaltada pista que sube desde o Vieiro; a los pocos metros, enfrente, meterse en serpenteante forestal con eucaliptos que no dejan ver el paisaje. Una dura bajada que nos deja en Feira de Galdo, aldea que debemos atravesar y emprenderla a derecha de la carretera por térrea pista que va faldeando por el oeste el monte Castelo.


Monte Castelo


Siguiendo el trazado que insensiblemente nos va dejando en la cima a la vista de las antenas a derecha para adentrarnos por el pinar y alcanzar los grandes bolos graníticos donde se asienta la capilla de San Martiño, llamado el lugar Volta da Redonda con mirador a toda la ría de Viveiro desde Portochao donde el río Landro pierde entidad, y a derecha el Val de Naseiro, en ebullición festera por estas fechas. Bajaremos dirección norte en precipitado descenso por sendero de un viacrucis de madera propiciado por los vecinos de Landrove desde estos 500 m. de altitud. Una experiencia esta bajada que algunos expertos bikers se atreven a hacer con numerosos derrapes y una dosis de valentía. Finaliza al atravesar perpendicularmente dos pistas, cuando debemos tomar en la segunda por la que baja en el mismo penedo mirador, que te lleva  al contacto en una aldea con pista asfaltada debes continuar a izquierda y al poco, de frente derecha para pasar el regato de Galdo, donde se ubica el pazo da Trabe y dirigirse a Portochao donde el río se hace marisma con cañaverales y juncales, caminando por entramado de madera más de la mitad de este fluvial sendero que te va a dejar en el mismo Viveiro, un poco después de pasar a la vera del mosteiro de Valdeflores, en el lugar da Xunqueira , en su tramo de la llamada Variante para introducirte en Cantarrá-Cobas, la zona de playera expansión de la ciudad, de donde partimos.

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