RUTA Y VAL

Penagache, en el occidente ourensano

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photo_camera Sendero de acceso a Penagacha, a 1.225 metros.

Penagache, Penagacha, o separado, Pena Gache; de cualquier forma puede nombrarse, porque hasta en esto los mapas discordantes y menos al día cuando arribados al punto de salida en Xacebás o Xacebans o Jacebanes, como aún en recientes tiempos. Xacebás fue una aldea como de ochenta vecinos, ahora la cuarta parte, pero que a pesar de la sangría resistirá porque ya cuenta con centro de mayores o residencia.
 Desde aquí saldremos pista arriba salvando esos 600 metros de desnivel en más de media docena de kilómetros.

Penagache es ese monte o peñasco romo en la distancia, visible desde casi toda la provincia y fuera de ella, que más parece muela que peña agachada y que referente faro desde muchas montañas. Esos puntos que por acá, de visibles, conocidos por todos pero visitados por unos cuantos, a pesar de que el lugar da para muchas historias del contrabando e incluso bélicas cuando el Portugal independiente en permanente pugna con la castellana corona lo que dio lugar a alguna réplica castellana al Castelo de Castro Laboreiro en tierras lusas, con el castillo, aún no estudiado de la sierra do Castelo, precisamente esa que se cae al valle del Deva por Chedas, Campo Real o Mociños.


Camino de ida


Se emprende en Xacebás, una aldea que podría calificarse de orgullo del municipio por el empedrado de sus calles, restauración de casas, fuente, residencia de mayores y lavadero donde se reunían las mujeres y ahuyentaban a la curiosa chiquillería que se ocultaba para oir picardías. En el mismo lavadero se emprende la ruta de subida para salvar 600 metros de desnivel donde pone: Penegache, que sorprende porque su relación con el viril miembro no se vislumbra, y si clarísimos los indicadores postes que dicen Rota do Miradoiro, un genérico que tampoco es adecuado, porque debería ser rota da Penagacha, pero en aras de su buena señalización, perdonable.

La térrea pista tiene sus más fuertes rampas al poco de la salida, cuando un desvío a derecha nos llevaría a Chedas y a una sucesión de aldeas. Debe seguirse de frente.

Antes de emprenderla me encuentro con Odilo Fernández, de Congelados Alaska, que me informa de cuando él de jovenzuelo contrabandeaba con café y al no verle porvenir al oficio se atrevió con la Guinea Ecuatorial rondando entre sus cafetales, cuando antes de su emigración primera, incesantes subidas a Penagacha o para entrenar en un rudimentario campo de fútbol, a media altura, o para apacentar sus escasas vacas. Se presta a acompañarnos en esta ocasión porque muchas otras vagando yo por allí o subiendo por la sierra do Castelo, vía Mociños, bajando por la Basteira-Penagacha, y otras, accediendo, ya en Portugal, a los Penedos de Anamâo.

Una térrea pista, de salida de fuertes rampas que se van dulcificando, y a medio recorrido por la derecha, O Chenlo y por la izquierda a Gurita, ya más llevadero este tramo que serpentea por la ladera para salvar esos 600 metros de desnivel, más dulcificados y que cabalgan por entre el retamal aquí abundante, mientras que en las laderas los brezos, carqueixos, carpazos predominan. Cuando vas hacia arriba, la panorámica se hace muy completa, y ya en la cima, siempre por térrea pista entre peñascos, dejamos a izquierda la Penagache y a derecha el salto o cascada del Gato que recibe aportes del rego da Basteira, cuando nos vamos de frente hasta la frontera portuguesa en Portela de Pau caminando por entre la penillanura o adentrándonos un tanto en una sierra que forma como suaves toboganes.


Camino de vuelta


Podría hacerse una circular, pero como no aporta demasiado, por tanta igualdad panorámica, si se hiciese, preferimos esta lineal de ida y vuelta que se inicia siguiendo un tramo recto, que más cortafuegos parece que pista, y desde donde vislumbrándose los penedos da Penagacha.  Arribados por el llano, ascendemos por entre los peñascos por sendero de cuerdas a modo de barandillas. En lo alto, un banco de madera anclado al peñasco, sentados en el cual, no tenemos más remedio que ver el otras veces, no ahora que estaba nublado, paisaje espléndido presidido por una cruz de piedra por esa impenitente y pía costumbre de cristianizar todos los altos como para asegurar sus promotores el paraíso prometido, y los excursionistas, que solamente vienen a ver y disfrutar, impedidos por esa cruz interpuesta.

La bajada del Penedo, donde conviene pasarse un tiempo, nos lleva a un lateral camino al pie que se une más abajo con la pista de subida. El panorama de bajada sigue siendo esplendoroso, con las aldeas de Bangueses de Abaixo y de Cima, Xacebas, Retortoiro (donde ubicada la presa de una mal llamada minicentral que detiene el libre discurrir del río), Leirado, Quintela, Gomesende y todo el valle del Deva, que presenta una visión distinta a la subida.

Vamos a dejar lo de ruta do Miradoiro, que podría confundir a los senderistas que vayan a esa Penegache; algo los vecinos le vieron como para que, a pesar de lo ostentoso del letrero, a nadie se le ocurriese modificarlo. Son 20 km. que pueden aumentarse caminando por los fronterizos marcos o hitos.

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