Ribadavia recuperó su Istoria

photo_camera Jornadas llenas de baile y diversión en las calles de la villa bañada por el río Avia
Miles de personas se desplazaron hasta la capital de O Ribeiro para participar en el evento, tras dos años de parón debido a la pandemia, y así poder disfrutar de una jornada de recreación medieval en compañía de familiares y amigos


Ribadavia volvió a revivir su historia, igual que el último sábado de agosto de 2019, la última fecha en que se celebró el evento, truncado por la pandemia en los últimos dos años. La Festa da Istoria, por fin, cumplió ayer su 33ª edición, y tanto vecinos como foráneos ya tenían ganas de vestirse de época y utilizar el maravedí como moneda de cambio, juntarse con familiares, amigos y compañeros de trabajo para comer, beber y divertirse.

Así fue como la villa del Avia atrajo, como siempre, a miles de personas para participar en la recreación de su pasado medieval, adentrándose en las diferentes alternativas que plantea la organización  a lo largo de la jornada. Como el gran desfile, que partió el pabellón polideportivo y, tras cruzar el puente de San Francisco subió por la calle Progreso hasta la Plaza Mayor ribadaviense.

Los reyes don García y doña Leonor, a caballo, como muchos de los nobles que recorrieron durante una hora el itinerario, acompañados por el clero; parte de la Corporación municipal, con la alcaldesa, Noelia Rodríguez, al frente, y el resto de invitados al festejo. Todo ello con el acompañamiento de bandas de gaitas de Arnoia, O Irixo y Porriño, y las bandas Turbio Medieval, de Madrid, y As Mesnadas Mindonienses, de Mondoñedo.

La plaza central ribadaviense acogió, sobrepasado el mediodía, el baile “Donas sen cabaleiros”, ya bajo un sol de justicia y el termómetro a 28ºC, mientras en el auditorio del Castillo se jugaba una partida del “Ajedrez viviente”, seguida de un combate a espada entre caballaros, y el ambiente en el mercado ubicado en la Alameda crecía por momentos.

Un ambiente que se extendía a todas las calles del casco histórico, donde las pandillas habilitan espacios en los bajos de los inmuebles para colocar mesas y sillas y tomar un aperitivo antes de la comida. Y las viandas y las bebidas no faltaron. Tanto en el entorno de la capilla de A Madalena como en la plaza de San Juan estaban instalados restaurantes ambulantes con un servicio de pulpeiras y cocineros asando churrasco, que no daban abasto para atender a tanta clientela.

Otros puestos ofrecían tapas de tortilla, jamón, chorizo, queso y dulces, entre otros productos, y que únicamente se podían adquirir con maravedís, moneda que los asistentes a la fiesta conseguían en el banco Alhóndiga, ubicado en la Casa do Concello. Una vez recuperadas las fuerzas, la calle Progreso acogió la vistosa Carrera de Pipotes y, en el parque municipal de A Veronza, los espectadores tuvieron la oportunidad de ver una exhibición de cetrería y el torneo medieval de caballeros.

Después de la  puesta de sol, en la fortaleza medieval se ofreció un espectáculo de fuego y acrobacias, antes del esperado concierto de la agrupación folk Milladoiro, en la fachada exterior del recinto amurallado. La larga jornada festiva finalizó en la plaza de San Martiño, con un recital a cargo del grupo Tiruleque. Una jornada en el que no hubo que lamentar incidentes de importancia y durante la cual el Concello no efectuó los habituales cortes en el suministro de agua, para favorecer el trabajo del sector hostelero, si bien algunos grupos de visitantes hicieron acopio de pequeños bidones, en previsión de cualquier emergencia.


Una atípica “boda judía” que se oficia en sábado

El programa incluye la tradicional Boda Judía, con una comitiva integrada por la pareja nupcial, los testigos y los rabinos, que partió del Museo Etnológico y cruza el casco histórico para llegar a la iglesia de A Oliveira, en cuyo atrio se celebra la ceremonia. El novio va ataviado con un manto (talit) y va acompañado por la novia bajo un dosel (jupá), y la boda comienza con las bendiciones y la entrega del anillo a la novia (erusin), acompañados de cánticos en hebreo, antes de la firma del contrato matrimonial (kisdushim). Lo curioso es que el libro sagrado de los judíos (Torá) prohíbe las bodas en sábado (shabbat).

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