Ver cine, mientras la luz de la luna se va imponiendo a la del sol, chupando un helado, es un placer veraniego y, además, gratis
Yo la verdad es que les estoy muy agradecida. Durante gran parte del año me dan la posibilidad de ver buen cine en ambiente agradable, con facilidad de horario y a precios módicos y ahora, desde hace dos veranos, van y recuperan un espacio público que lleva años abandonado y a monte. Pasan una segadora, montan unas bombillas de colores, unas sillas, un trozo de moqueta para los que prefieran sentarse en el suelo, una pantalla, invitan a los vecinos de la calle a que se incorporen al evento trayéndose la silla de casa y ¡ya está! Gran sesión cinematográfica nocturna en el que, en un tiempo fue delicioso jardín, del que también fue Museo Arqueológico. Con columnas de piedra tiradas por el suelo, restos de un rosal trepador que vivió tiempos esplendorosos y los espíritus de Ferro Couselo, Pepe Corbal, Olga Gallego, Paco Fariña recordándonos, a los que tenemos edad para ello, los años gloriosos de lo que fue un dinámico Museo provincial, con jardín incluído. Ver cine, mientras la luz de la luna se va imponiendo a la del sol, chupando un helado, es, gracias a la directiva del Cine Club Padre Feijóo, un placer veraniego y además, gratis. Lo dicho: muy agradecida.