Ana Navas o la intensidad de la imagen pictórica

Entrevista en profundidad a la artista Ana Navas Echando la vista atrás, ¿cuáles son sus primeros recuerdos relacionados con el mundo de la pintura? De pequeña, más que jugar, me encantaba dibujar y pintar, además de ver películas en blanco y negro de los años 40. Y viajar, pero de aquellas no se hacía tanto como ahora, así que a través de mis dibujos abría una puerta a los lugares que me gustaría conocer, dibujaba sus paisajes. Era una forma de materializar mis sueños. Y con el tiempo se dio cuenta que su futuro tenía que pasar con algo relacionado con el arte. Estudié Diseño y ahí empecé a meterme en el mundo de la imagen. Tan solo tres meses después de finalizar mi formación comencé a trabajar con Eloy Lozano haciendo producciones de moda y encargos para revistas. Así fui involucrándome en todo lo relacionado con el sector. En aquel momento, hace alrededor de 27 años, estábamos presentes en referentes como la revista Interview, fundada por Andy Warhol. Eloy Lozano trabajaba con los mejores y era la época dorada de la moda gallega. Se puede decir que fue de la mano de un gran referente del activismo cultural y creativo. Aprendí y trabajé mucho con él. Además de propiciar el contacto con muchas cosas que se hacían fuera de nuestras fronteras, visitar museos que desconocía, descubrir publicaciones increíbles… Y cuando abrió su galería de Arte ESSE , en la calle Calpurnia Abana, tuve la suerte de colaborar en muchas gestiones de la galería y conocer a los artistas que exponían. Fue una gran oportunidad para mí. Ver y escuchar. Y así se aprende mucho. Así, imposible no contagiarse de la innegable atracción del arte en general. Pero fue la pintura la disciplina por la que se decantó. Siempre había pintado, y todos los trabajos que realizaba con Eloy Lozano tenían como nexo la creatividad y la pintura. Así que en ese momento, el pintar empezó a necesitar salir de mí, y ya no hubo manera de pararlo. Con todo, aún tardó en decidirse a dejar aflorar todo esa creatividad que lleva dentro. Fue hace alrededor de tres años cuando Luis Souto, de la Galería Souto, vio mis cuadros y me hizo creer en mí y en lo que hacía. Me infundó mucha confianza y me ayudó a descubrir algo que no sabía que tenía dentro. Y ahí sí que empecé a pintar de una forma más disciplinada y entregada. Y poco a poco fueron surgiendo proyectos y empecé a vender mis primeros cuadros. ¿Cuál diría qué es el estilo que la caracteriza? Hago retratos con estilo figurativo, pero con influencia Naïf . Siento que la fotografía y la moda han tenido una clara influencia en mí a la hora de buscar el impacto visual. Diría que es una pintura honesta. Trato de ser coherente con lo que hago. Creo que es la única manera con la que puedes transmitir. El impacto es importante, pero no es necesario buscar algo psicológicamente extremo. Me gusta pensar que mi obra transmite una visión optimista y alegre, o, por lo menos, algo bueno. Con todo, cada persona funciona según su sistema emocional, eso es extensible a cualquier disciplina. También la define el formato, lo que recoge su obra y el color. Mis cuadros representan unas cabezas monumentales en formato grande. Mi intención es que al ver los retratos, el campo visual lo abarque todo. Que la imagen sea tan potente que no haya nada que te distraiga. De ahí que mi trabajo también se realice sobre fondos planos. Busco que el público se pare ante ellos porque lo que están viendo quiere decirle algo. Y el color es muy importante. Es la “chispa” que sale del cuadro que también engancha mucho. ¿Trabajar en gran formato es más complicado? Yo siempre tendí al gran formato, incluso cuando no pintaba cuadros figurativos. Así que me cuesta pintar en menor tamaño. Sí que es más complicado, pero a mí me resulta más sencillo. Me sale innato. Y es algo que va ligado a lo que pinto. No concibo mi obra con un formato pequeño. ¿Qué quiere decirnos Ana Navas con su obra? No creo que necesariamente los retratos tengan que ser psicológicos. Mi anterior exposición se titulaba “Una Mirada” porque los ojos, resultan siempre muy hipnóticos. Sí que es verdad que es importante para mí que la persona que retrato me diga algo. Que me atraiga más allá de la presencia física. Tiene que haber un magnetismo o un impulso que me lleve a coger los pinceles. Mi visión a la hora de retratar es muy descriptiva. Trato de buscar una realidad imaginaria en esa persona. Si lo piensas, el arte Naïf se caracteriza por una visión un tanto ingenua alegre y optimista. En mis cuadros también hay algo de eso. Y la persona que los tiene delante, ¿qué puede ver? Se puede decir que hay dos visiones. Una vista desde la lejanía, en la que se ve un retrato que puede resultar incluso anti psicológico, hierático. Pero a medida que uno se acerca, se establece un diálogo entre la mirada del cuadro y la persona que observa. Por curiosidad, ¿los retratos son de gente conocida? Hay de todo. Familiares, amigos… y gente desconocida, más impersonal, pero que tienen alguna característica de alguien que significa algo para mí. Ahí ,hay una dicotomía. A la hora de que alguien quiera un cuadro, no sabes si va a querer tener en su casa una imagen de alguien desconocido, por eso a veces es mejor crear algo ilusorio. Que puede ser muchas personas… o no ser nadie. ¿Hay posado o es a través de fotografías e imaginación? Nunca hay posados (risas). Trabajo a partir de varias imágenes y, sobre todo la observo mucho y hablo con ella para llegar a lo que no es tan evidente. Empaparme de ella hasta donde me deja,emocionalmente hablando. Esto, si es conocida,a veces, se hace más complicado. ¿Cómo es su proceso de trabajo? Nunca hago bocetos. Pinto sobre el lienzo. Una vez definidos los primeros trazos, empiezo por algo que caracteriza a esa persona: un gesto, algo físico… y de repente es como si esa persona me fuera llevando. Yo no la dirijo a ella. Ella me va llevando a mí. También intento alejarme de los estereotipos. Por lo que sé, ahora mismo está inmersa en la versión pictórica de un icono de la pintura a la que muchas admiramos: Frida Khalo. Sí, es un cuadro al que le estoy dedicando mucho tiempo. Y, en ese dejarme llevar, escucho música de Lila Downs y el tema “La llorona”, y con esa banda sonora voy dándole forma. Es como si me hablara, me dijese algo. Un cuadro que va a formar parte de su próxima exposición. Cuéntenos. Sí. Realicé la primera hace unos meses y salí muy contenta y, sobre todo, con la satisfacción de llevar a cabo algo que me apasiona, pude compartirlo, y la gente la aceptó con muy buenas críticas. La segunda será para el mes de marzo, en el Espacio de Arte de Roberto Verino. Tengo previsto sumar a las ya expuestas nueva obra. Uno será el de Frida Kahlo y voy a intentar llevar dos a mayores. Pero soy muy inconformista, y puede ser negativo o positivo. Y las dos cosas son buenas.