Rodrigo Cortés, lo extraordinario de los años

Los años extraordinarios es el nombre de su segunda novela tras Sí importa el modo en que un hombre se hunde. En líneas generales, ¿cómo la definiría? ¿Qué se encuentra el lector en ella? Son, a su manera, las memorias de un explorador que no quiere serlo que recorre el mundo entero y regresa sin haber descubierto nada. El lector se encontrará con un mundo que se parece al nuestro, pero no del todo: el mar llega a Salamanca, hay coches impulsados por el pensamiento, se abren talleres de estropear cosas... En fin, lo normal. ¿Cómo y cuándo surgió este “guion" para llevar a cabo la novela? Si algo no ha seguido esta novela es un guión. Hay quien habla de libros de mapa y libros de brújula, este se escribió más bien lanzando los dados. Y acogiendo con humor -y plena libertad creadora- toda irracionalidad. Página a página vamos conociendo a un personaje central, Jaime Fanjul, a quien es inevitable coger cariño en su viaje temporal y espacial. ¿Cómo dio forma y vida a Jaime? ¿Hay algo de él en usted (o de usted en él)? Me sentaba cada día al teclado sin saber qué iba a suceder, si Jaime se quedaría quieto o visitaría tres países, o si habría que inventarse alguno. Conocí su carácter y circunstancias a la vez que los desarrollaba. Quien se parece a mí no es Jaime, es la novela. ¿A qué se debe el título del libro? ¿Fue complicado decantarse por uno que englobara cuanto el libro transmite? Según mi discutible experiencia, los títulos surgen sin más o ya no surgen. Este se pegó al libro desde el primer día, antes de conocer siquiera su contenido. Gallego por mandato materno, en la sangre me bulle la retranca y cierta naturalidad al abordar lo brumoso ¿Es el humor absurdo una forma de protegernos de lo incomprensible? Entiendo que cada vez es más necesario reírse, aunque se diría que vamos perdiendo el gesto, casi abandonado en la infancia. No creo que el humor nos proteja de nada, más que del propio miedo (que no es poco). El humor no es necesario ni innecesario, es simplemente humano. Y, si todo va bien, inevitable. Por otro lado, ¿cómo se aborda el drama sin caer en el tremendismo? Decidiendo no caer en el tremendismo. “Ingenio bordado con humor, absurdidad y poesía"... Parece un lienzo difícil de tejer, pero usted lo ha hecho, y la acogida está siendo muy, muy, buena. ¿Cómo se siente? Extrañamente aliviado y cautelosamente contento. Uno nunca está seguro de haber sabido explicarse. “Breverías", o “las nuevas greguerías de Ramón Gómez de la Serna", aforismos que una vez fueron tuits y aparecen en sus libros A las 3 son las 2 o Dormir es de patos; y también en “Verbolario", el diccionario satírico que despliega cada día en ABC. Con muy pocos caracteres demuestra mucho ingenio… ¿Cómo lo hace? Se trata, supongo, de apretar el polvorón, de partir de información compleja para codificarla, casi por resonancia, en menos y menos palabras. Siempre hay una manera de decir más con menos. La tradición satírica española a la que se adscribe, ¿puede definirse como un recurso para hacer más llevadero el disparate y lo incompresible? Es simplemente una manera de mirar. O el modo de procesar lo que veo. Entiendo que cada vez es más necesario reírse, aunque se diría que vamos perdiendo el gesto Hablaba de escritores de mapa o brújula... ¿La escritura automática puede a lo planeado? No existe la escritura automática pura, creo yo, salvo que alguien afirme haber sido poseído por el espíritu de algún escritor muerto, en cuyo caso más vale que sea bueno. Pero sí una forma desprogramada de acoger —sin discutirlas— las imágenes e ideas que surgen de algún rincón del cerebro. Gallego de nacimiento, aunque no creció en Galicia, sí podemos remitirnos a Cunqueiro, Pardo Bazán o Fernández Flórez en esta novela por su conexión con la magia y lo sobrenatural. Soy gallego por mandato materno: mi madre, de una aldea del Ribeiro, decidió ir a casa a dar a luz, y quién era yo para discutirle nada. En la sangre me bulle la retranca y cierta naturalidad al abordar lo brumoso. Sé que “hemos venido a hablar de su libro", pero va una pregunta cinematográfica... En el reboot de la emblemática serie Historias para no dormir, de Chicho Ibáñez Serrador, escribe y dirige un episodio y coguioniza con Manuel Jabois —otro gallego— otro. El estreno será en otoño, en el festival de Sitges. ¿Cómo fue la experiencia? Hacía tiempo que no rodaba en español y tenía ganas de volver a hacerlo. Para la historia que he dirigido (una especie de noir cruel y algo ridículo) he contado con un reparto inmehorable: Eduard Fernández, Nathalie Poza y Raúl Arévalo, con quienes he disfrutado muchísimo. En cuanto al episodio que he escrito con Jabois (que dirige Paula Ortiz), se trata de una historia de espíritu azconiano que, con tanto gallego en juego, algún pretérito perfecto de más tendrá. O eso espero. Más allá de eso, literaria o cinematográficamente, ¿algún proyecto a la vista? De los proyectos sólo se habla cuando dejan de serlo. Con la venia... 1. Un escritor/a. - Kafka. 2. Un libro en la cabecera de su cama. - Estos días, "Los mundos y los días", de Luis Alberto de Cuenca. 3. Una banda sonora que suene en su casa. - "Todas las mañanas del mundo", por ejemplo. 4. Un director/a. - Martin Scorsese 5. Una película. - "2001: una odisea del espacio". 6. Una serie. - "The Wire". 7. Un recuerdo de su niñez. - Antes de tener vídeo me paseaba por los videoclubs viendo carátulas. Me imaginaba las películas que nunca vería. 8. Cuando se mira la espejo, ve. - A un idiota intermitente. 9. Brindaría por... - El regreso de aquellos días tranquilos en que para brindar no era obligatorio mirarse a los ojos. 10. Daría con urgencia un premio a... - Cualquiera desesperado por tenerlo, a ver si así se calla. 11. Un viaje pendiente. - Pendiente, lo que se dice pendiente... Me gusta viajar, pero no lo busco. 12. Un lugar para perderse. - Al final, te encuentran. 13. Un vicio confesable. - Los vicios de verdad se niegan. 14. Pierde la calma con... - La queja constante. 15. Recobra la calma con... - El recuerdo de mi propia mediocridad. 16. Un sueño. - Me caigo y me caigo y abajo no hay nada... Luego me despierto.