Yoseba Murazábal, el pintor detrás de las "superavoas" del rural

Tras esas "superavoas" en grandes murales que visten uniforme de mandilón a cuadros se esconde Yoseba Murazábal, un joven que ha sabido ver más allá de esas mujeres anónimas que recorren carreteras secundarias camino a desempeñar labores que realizan con 80 años igual que cuando tenían 15. Mujeres que levitan, surfean, vuelan o cargan rocas con una envidiable agilidad y que, en cierto modo, representan a todas las mujeres que con su bravura y fuerza han sacado adelante el rural más minifundista. Esperamos que la cuenta atrás para el primero en Ourense, que se quedó parado, no se demore. Echando la vista atrás, ¿cuáles son sus primeros recuerdos vínculados a la pintura? Son casi ya de adolescente, haciendo graffitis ¡pero nada ilegal! Pintábamos en lugares escondidos en los que estaba permitido. Y seguramente fue ese germen el que, años más tarde, me llevó a estudiar Bellas Artes en Pontevedra. Así que Bellas Artes, ¿cómo fue su paso por la facultad? A día de hoy me doy cuenta de todo lo que me ha aportado y de lo bien amueblada que me dejó la cabeza, aunque no siempre tuve esa sensación. Las escuelas de Bellas Artes suelen tender hacía un lado más técnico o más conceptual, y la de Pontevedra es más de este último estilo, con lo que se centraban más en la idea que querías expresar que a nivel de técnicas de pintura, escultura… Eso era algo tenía que trabajarlo más yo. Con 18 años tenía la sensación de que no me aportaba nada. Ahora reconozco que me benefició para lo que hago hoy en día. Y en lo que está inmerso en la actualidad es en “Fenómenas do Rural”, el nombre bajo el que se aglutina su obra de gran formato. Cuéntenos, ¿de dónde surge la idea de plasmar esas “superavoas” del rural? Yo hacía muchos trabajos de decoración, y en una hamburguesería móvil se me dio por tematizarla con la Guerra de las Galaxias; así fue como Yoda hizo levitar las patatas fritas, entre planetas de hamburguesas y naves de ketchup. Un mes después de este trabajo me llamaron para una exposición de la Feira do Cocido de Lalín, donde pinté a una señora en el aire pelando una patata como si tuviese telequinesia. En ese momento vi que lo que estaba haciendo no tenía que ver con la “bruxería”, con las “meigas” gallegas, sino que lo que hacía era algo más actualizado… ¡podía ser una Jedai! Anteriormente también había pintado a las mujeres que todos nos encontramos por carreteras secundarias caminando por los arcenes, con el imprescindible mandilón a cuadros, para ir a sus labores, llevando carretillas, cargando sacos o paseando con perros… Así que esa suma de factores que tenía ahí latentes desembocaron en un concepto que fui desarrollando poco a poco. Ver esta publicación en Instagram Soledad, a Poppins de Sar (detalles) Segunda parte del texto escrito por su nieta @mariavontouceda Se cuidaba mucho, caminaba bastante y también practicaba natación. Cuando había tormenta siempre llegaba a casa seca, de hacer la compra, porque manejaba el paraguas como si fuese una continuación de su brazo. En una ciudad en la que llueve tanto como Santiago esto es un verdadero valor. Yoseba vino por casa a hacerle unas fotos después de que ella estuviese una semana diciendo que no. Al final, por la ilusión de su nieta, accedió. Y como buena gallega no dejó que se marchara con las manos vacías regalándome un puñado de castañas de los castaños que ella misma plantó. Otro día fuimos a visitar el taller del artista y fue allí donde se sorprendió de que ¡en las pinturas de Yoseba se reconocía a las protagonistas! Siempre fue muy coqueta pero no le gustaba el protagonismo, aunque en la presentación de mi primer libro tuvo una gran ovación. La recuerdo en miles de anécdotas y sensaciones como en el calor de los gajos de naranja pelada que me daba de pequeña. Aquella fruta caliente era amor. Toda ella lo era. Yoseba la ha plasmado surcando el cielo y es un acierto por parte del pintor. Hemos llorando su muerte y, en cierto modo, esta pintura es como celebrar su resurrección. Mi familia la lleva siempre en la memoria y ahora tenemos este mural en Romero Donallo como verdadero y único centro de peregrinación en este Santiago de Compostela donde Soledad forjó su propia leyenda y luego falleció, dejándonos huérfanos de sus superpoderes, su sabiduría y su ilusión. #murales #urbanart #streetart #galicia #marypoppins #fly #supermujeres #superabuela #umbrella #santiagodecompostela Una publicación compartida de Y O S E B A M P (@yoseba_mp) el 12 Sep, 2019 a las 1:03 PDT ¿Quiénes son sus musas? Cuando solo pintaba cuadros, las primeras modelos fueron las abuelas de mis amigos. Casi todos tenemos una abuela en el rural con mandilón a cuadros. Las fui conociendo, conversando con ellas, escuchando sus historias, les saqué fotos… y fui convirtiéndolas en protagonistas de mis obras. Ahora que hago murales, la forma de conocerlas es distinta. O es por medio de la gente que me las encarga, o yo hago una convocatoria mediante las redes sociales pidiendo una abuela con ciertas características. Y la respuesta siempre es buena. ¿Quién no conoce a una abuela en el rural con mandilón a cuadros y superpoderes? Desde cero a ver una superabuela en un mural, ¿cuáles son los pasos? Lo primero es conocer a la modelo, ya sea si ha surgido vía redes sociales o si es una propuesta del lugar donde voy a pintar. Converso con ella, la conozco, e intento relacionar su vida con el superpoder que le voy a poner. Normalmente la relación surge de modo bastante inmediato. A veces es inevitable establecerla. Por ejemplo, en Ordes, donde toda esta serie de grandes murales empezó a raíz del Festival DesOrdes al que fui invitado en el 2015, es imposible no ligar una superabuela con los grelos, o en Quiroga a las uvas y al vino. Y a ello sumo la personalidad de la mujer. Lo más importante del proceso creativo del mural surge aquí, en estas primeras reuniones. Cuando conozco a la mujer, veo su entorno, y construyo su imagen. En otra jornada les hago las fotos, unas fotos un poco “teatreras” ya que esas son las imágenes sobre las que voy a pintar el mural. En ellas tienen que parecer levitar, que emplean la telequinesia o que tienen superfuerza. A partir de ahí, solo es plasmar la idea. ¿Cómo responden las superabuelas cuando se ven en un mural? Quedan contentísimas. Aunque yo les enseñe mis trabajos, no pueden comparar como era la mujer que yo plasmé en el mural. Se sorprenden y no se esperan que el retrato sea tan fiel. ¿Por qué eligió el tema de mujer, rural y galega? Fue una suma de circunstancias. Yo venía de hacer otra serie de pinturas (yo trabajo por series) y empezaba a necesitar nuevos aires. Estaba buscando cosas y empecé a hacer paisajes gallegos que fue donde encontré a esas mujeres en el arcén y cuando me fui fijando en ese tipo de mujer rural, en concreto la mujer rural minifundista. Me fijé que son mujeres que no tienen descanso, muchas empiezan a trabajar con 10 años y tienen 80 y siguen haciendo lo mismo, sin pensar en vacaciones o jubilación, y me pareció algo increíble. Son mujeres “bravas”, pilares en la economía gallega. De cuadros a murales en gran formato, ¿es complicado adaptarse? A mí no me resulta difícil. Date cuenta que yo venía de decorar tiendas en mi época de estudiante para ganarme una “pelillas”, así que cuando tuve la oportunidad de pintar algo propio ya estaba rodado. ¿Hay algún mural que le guste especialmente? La verdad es que no. Cada uno de ellos es una nueva aventura. Aunque en todos las protagonistas tienen vidas similares a la vez, todas tienen su propia personalidad y entornos distintos. ¿Y algún lugar especial donde realizar un nuevo trabajo? En ningún sitio en concreto. Lo que me gustaría es sembrar mi obra por toda Galicia. Que en cada “recunchiño” haya un homenaje a las abuelas con superpoderes. ¿No le tienta llevar sus trabajos fuera de Galicia? Las “superavoas” como tal aún no salieron de aquí. El tema es hacer murales gigantes sin tocar el tema de superpoderes, aunque me llaman para pintar esta serie que es la que me hizo conocida. Pero no en todos los sitios me cuadran bien… no todas las mujeres son “superabuelas”, las que yo pinto, si creo que lo son. Y no por ello quiero decir que no existan mujeres con superpoderes fuera de aquí. Pero la forma de vivir, la fuerza, la bravura de las abuelas del rural, del rural minifundista, es única. Suelo decir que es la superfuerza del minifundio. Sí que estoy sacando otra serie a partir de juguetes que tengo yo –soy coleccionista- e hice en L´Hospitalet un mural muy grande de un Casteller con ese juego que gustó mucho. ¿Cómo siente que ha sido su evolución? Creo que ahora tengo más humor. Mis series anteriores eran más dramáticas, más realistas. Si lo pienso, creo que sería incapaz de volver a ese terreno realista documental. Tengo que darle algún giro a la imagen que veo, si no, me da la sensación de que no me vale. Usted también da clases. ¿Cómo se siente como profesor? Ahora yo vivo más de muralista que de las clases. Pero vivir de los murales es una ruleta rusa. Como profesor soy bastante disperso, pero los que vienen aprenden bastante, y eso es lo importante. De niños todos pintamos, ¿por qué cree que de mayores se pierde eso? Los niños empiezan a perder creatividad y frescura en el momento en que lo niños entienden que la pintura es realismo. Ser fiel a lo que estas copiando. Cuando hacían lo que les salía de dentro, no tenían ningún pudor. Cuando crecen y se enfrentan a la técnica, al hecho de que no son capaces de copiar lo que tienen delante, muchos se frustran. Yo creo que hay que los niños cuando aprende la técnica retrasar ese proceso de aprendizaje de la técnica. Cuanto más tarden en pintar realismo o utilizar técnicas que exijan mas concentración, mejor. ¿Hay algo que nos quiera contar de una no-participación en “El Hormiguero”? Algo hay… Me llamaron del programa para que pintase un mural de una señora en medio de un pueblo sin que ella supiese nada, mientras ellos iban grabando todo el proceso. Yo respeto mucho la intimidad de las personas, y le decía que no podía hacer eso sin avisarla. Le podría parecer bien… o mal ¡Imagínate! Ahí ya pinchamos de primeras... Al final aceptaron avisarla, pero cuando les dije un precio, me dijeron que no, que yo no iba a cobrar, ellos me pagarían con publicidad. Y les dije que no. No me parece normal que un programa con muy buen presupuesto, me pida realizar gratis un trabajo que me iba a llevar 10 días y en el que iban a cobrar todos, desde el gruista al de las pinturas, menos yo. Al final les dije que la publicidad me daba igual, que yo quería cobrar. El programa acabó realizando fotocopias a tamaño gigante de la señora en mandilón. Eso sí, sin superpoderes. Es verdad que voy a sitios cobrando poco dinero porque sé que es lo que hay o llego a algún acuerdo. Porque me interesa especialmente pintar en ese sitio o la modelo. Pero este no era el caso. Había medios. Y el trabajo hay que cobrarlo. Conste que no era la primera ni única vez que me pasa. Aquí y en lugares como Nápoles o México. ¿Veremos pronto alguna nueva "superavoa" o nuevos proyectos? La semana que viene empiezo en Pontevedra a pintar un mural que me encarga el concello. Se trata de una señora que ya falleció. Será la primera vez que trabaje a partir de fotografías que no son mías. Se trata de una mujer que durante más de 40 años se encargó de lavar la ropa de los integrantes de club y quisieron de este modo Hacerle un reconocimiento. Y anda por ahí un juguete… “Maruxa non pode con todo”… hasta ahí puedo leer. ¿Y Ourense para cuando? Había encaminado algo en la provincia... pero se quedó parado. A ver si vuelve a la palestra... Con la venia 1. Un pintor. Mariano Fortuny. 2. Un cuadro. “La fiesta es natural”, de Beatriz Lobo. 3. Un estilo pictórico. Figuración freaky (no existe, pero se entiende el concepto) 4. Un color. Gris +++ cualquier color. 5. Un superpoder para un superhéroe. Viajar en el tiempo, como el japonés de Héroes. 6. Un lugar donde le gustaría exponer. En cualquier museo, mientras paguen. 7. Lo primero que piensa al levantarse. Cuanto dormí, porque duermo muy poco. 8. Un lugar para perderse. El Quijote. 9. Un recuerdo de su niñez. Mi padre dándome manzanas peladas. 10. Un viaje pendiente. Volver a Estambul. 11. Una manía. Meter el dedo en la nariz mientras conduzco. 12. Un defecto. No saber cuando se acaba la fiesta ni una discusión. Saber parar. 13. Una virtud. Me cuesta enfadarme. 14. Un "don" que le gustaría tener. Saber debatir más que discutir. 15. Un vicio confesable. Sofá, peli/series, varios días… (comer mal y dormir en el salón). 16. Pierde a calma con... La pseudociencia. 17. Recobra a calma con...Viendo capítulos de Star Trek (Voyager, la original, Next Generation…). Antes me pasaba con “Doctor en Alaska”, son series conciliadoras. 18. Un sueño. Hacer una película.