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Grandes debates de la Historia: la pizza con o sin piña

El ser humano se enfrentará a grandes retos en el futuro: perded toda esperanza. Nada occurirá si antes no se resuelve el eterno debate de la pizza con o sin piña.

El debate de la pizza con o sin piña viene de la mano de otras enconadas discusiones sobre ciencia y religión, pena de muerte sí o no o por qué gusta más el anuncio de la Lotería del año pasado que la altruista historia de Justino el vigilante.

La piña viene a ser el Mourinho de la pizza. Quienes repudian el fútbol de luso alcanzan el cénit de sus papilas gustativas con la fruta en la masa, como si Guardiola la hubiese añadido en 4-3-3. El conservadurismo pizzeril se manifiesta en retirada, primero de la piña, después vendrá Casillas. Si a Iker le gusta la hawaiana no deja de ser una de esas asincronías a la que nos tiene acostumbradas la Historia, como el libro de Belén Esteban.

Un estudio de la Universidad de Teixugueiras ha desvelado que la presencia de piña provoca insomnio e irritabilidad en el resto de comensales. Incluso el gobierno de España se ha planteado introducir en Cataluña batallones de camiones de pizza con piña por la frontera con Aragón para agrandar las grietas entre la CUP y Junts Pel Si. Marck Zuckerberg ya ha habilitado la posibilidad de cambiar la foto de perfil de Facebook por una porción de pizza hawaiana.

Los candidatos a las elecciones generales evitan a toda costa pronunciarse sobre el debate a riesgo de perder votantes en una bolsa de votos que se estima abismal, como ya ocurrió con el enigma de la tortilla con o sin cebolla. Unos y otros se acusan mutuamente de ser pro-anti piña aunque Mariano Rajoy aún no ha desvelado si un vaso sigue siendo un vaso.

Así es la discusión en las redes:

 

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