La profesora habla

El cuento musical

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El poder de la música es incalculable porque contribuye a la espiritualidad. El cuento musical es un género que podemos usar en el aula como recurso pedagógico porque es una forma extraordinaria de estimular musicalmente a los alumnos. Lenguaje literario y musical se funden para convertirse en un tipo de lectura más amena y dinámica que la tradicional. Por todos es sabido que los cuentos avivan la atención de niños y mayores, y si además están acompañados de música, la atracción es mucho mayor. Es difícil encontrar un niño al que no le guste gozar con los cuentos, disfrutar con la música, tocar los instrumentos musicales o cantar. 

Los cuentos nos ayudan a despertar el interés de los niños por la literatura y la lectura incluso antes de que aprendan a leer porque potencian su imaginación, estimulan el lenguaje oral, les acercan a sus seres queridos y los educan en valores. ¿Qué más se puede pedir? Si a todas esas virtudes le añadimos la música, el resultado es maravilloso porque esos cuentos narrados a través de instrumentos les fascinan. A los más pequeños les encantan los juegos de sonidos y por eso las onomatopeyas de los animales son el primer paso para que aprendan a hablar y a expresarse sin miedo. Además, podemos ver un montón de similitudes entre la literatura y la música: el volumen, el fraseo, la estructura, el ritmo, el timbre… "Se establece un circuito de retroalimentación; la música invita a la lectura y la lectura nos lleva a disfrutar, gozar y valorar la música como una forma de expresión" (Muñoz-Sobrino, 1997).

Pedro y el lobo

"Pedro y el lobo" es un buen ejemplo para introducir el cuento musical en el aula desde Educación Infantil porque nos ayuda a fomentar la audición musical y la lectura. Si escuchamos música desde las primeras edades podremos disfrutarla mayormente, entenderla, emocionarnos y amarla cuando seamos adultos. 

El primer cuento musical para orquesta y narrador, un clásico en la educación musical, es "Pedro y el lobo" del compositor Sergei Prokofiev (1891-1953). Compuesto en 1936 y basado en un cuento tradicional ruso, el autor pretende enseñar a los niños y niñas el timbre de los instrumentos de la orquesta asignando un instrumento a cada personaje. El argumento de la historia cuenta que Pedro, el protagonista, gracias a la ayuda de algunos animales, atrapa a un lobo que representa un peligro para todos los que se encuentran en aquel lugar. Algunos de los instrumentos participantes en esta obra son: el cuarteto de cuerda (Pedro), el oboe (pato), el fagot (abuelo), el clarinete (gato), los timbales y la sección de vientos (cazadores), el corno francés (lobo) o la flauta travesera (pájaro). Una gran cantidad de instrumentos que son un gran recurso para reconocerlos tanto auditiva como visualmente. El constante sonido de los instrumentos que se mezclan en muchas partes de la obra provoca que los niños identifiquen perfectamente a cada personaje porque cada uno tiene un leitmotiv que se va repitiendo constantemente. 

Musicalizar un cuento

Es una motivadora propuesta para empezar a disfrutar del cuento musical de forma sencilla e iniciarnos en este género. Una bonita actividad de trabajo colaborativo que podemos realizar en dos o tres sesiones y puede formar parte de la asignatura de música, de lengua o de cualquier otra asignatura así como convertirse en una actividad transversal en la que participen varios docentes.

El primer paso, sin duda, es la motivacióndel niño y la elección de un cuento que nos interese, atraiga o llame nuestra atención. Seguidamente deberemos leerlo para seleccionar todos los momentos importantes prestando  atención a los elementos que suenen en el cuento. Posteriormente buscaremos una música apropiada que formará parte del ambiente sonoro, efectos de sonido, instrumentos para ambientar la historia, sonidos onomatopéyicos o percusión corporal. Es muy importante tener en cuenta la selección de obras musicales cortas que permitan relacionar los acontecimientos o los personajes de la historia con las características tímbricas, velocidad, intensidad o carácter. 

Dependiendo de la edad de nuestro alumnado, se puede hacer improvisación de canciones con la letra del texto y realizar gestos, danzas, movimientos, rondas o juegos. Asociaremos la música a los personajes y elegiremos un narrador que cuente la historia y, si los alumnos no son muy pequeños, pueden ser actores y actrices para representar a los personajes del cuento.

Una opción interesante a tener en cuenta es sugerir la colaboración del profesor de Plástica para incorporar la imagen en este proceso creativo para ilustrar el cuento e incluso materializar la escenografía del mismo en caso de que se pueda representar. La exposición final del trabajo en el aula o ante el público sería el momento culmen y el broche de oro a un proyecto interdisciplinar de trabajo colaborativo. 

La música tiene efectos positivos en el desarrollo cognitivo, creativo, intelectual y psicológico de los niños y por ese motivo debe de estar siempre presente en la educación. La Academia Británica de Terapia del Sonido publicó en 2019 un estudio en el analizaron a más de 7.500 personas y llegaron a la conclusión de que los efectos terapéuticos de la música empiezan a evidenciarse después de once minutos escuchándola. Si bien para experimentar la sensación de alegría bastan cinco minutos. Por lo tanto, llenemos las aulas de música y nuestros alumnos serán más felices. 

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