Fomentar la educación emocional en familia

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Inteligencia emocional

Las emociones influyen decisivamente en nuestro día a día y las competencias emocionales mejoran nuestra calidad de vida. Manejar las emociones es la base de la inteligencia emocional, si las reconocemos también podemos aprender a gestionarlas. 

La inteligencia emocional es la manera en la que nos enfrentamos al mundo y a nosotros mismos y puede dividirse en cuatro grandes bloques: el autoconocimiento y la autorregulación (área intrapersonal), y la empatía y habilidades sociales (área interpersonal). En este sentido, la inteligencia emocional es aprender a identificar de forma clara las emociones, aceptar los errores cometidos y aprender de ellos, comprender la individualidad de cada uno, no perder el tiempo en relaciones tóxicas, no actuar por impulsos (pensar antes de actuar), sentir respeto por uno mismo y por los demás, encontrar equilibrio entre los éxitos y los errores, reconocer y valorar los triunfos de los demás sin caer en comparaciones, orientarse a superarse a sí mismo, aceptar y valorar todas las opiniones, tener buenas relaciones, vivir centrados en el presente, actuar de forma asertiva, expresar sentimientos de forma amable y directa y no responsabilizar a los demás de los fracasos.

Para fomentar la educación emocional en familia solo hay que tener claro los beneficios que aporta para comenzar cuanto antes.

Beneficios de la educación emocional

No solo estar educado en emociones mejorará mucho nuestra vida y la forma en la que nos enfrentemos a situaciones difíciles, sino que, ser emocionalmente inteligente, te ayuda a ser dueño de tus emociones, a interpretar las de los demás y a tener el control de tus relaciones. En este sentido, desarrollar competencias y habilidades emocionales hace que los niños y niñas sean más autónomos, tengan mejor autoestima y predisposición para superar adversidades, mayor empatía y mejores relaciones sociales. En otras palabras, las personas con inteligencia emocional: analizan sus emociones, conocen sus sentimientos, son sinceras, saben razonar sobre lo que sienten, se centran en la solución no en el problema, no se concentran en algo que no pueden controlar, son autocríticos, las emociones no los controlan, son empáticos, conocen diferentes puntos de vista, no pierden el tiempo con personas tóxicas, se motivan a sí mismos constantemente, son analíticas y en lugar de preocuparse ven los problemas como oportunidades de crecimiento y mejora. De modo que, toleran mejor la frustración y el estrés, son más resolutivos, toman mejores decisiones y serán adultos mejor adaptados a todos los ámbitos (académico, laboral, social, personal y familiar). Sin duda, la primera escuela donde se enseña a comprender y manejar emociones es la familia. 

Actividades en familia para potenciar la inteligencia emocional

Los centros educativos deben enseñar a los estudiantes a ser emocionalmente más inteligentes, dotándoles de estrategias y habilidades emocionales básicas para establecer objetivos personales y un clima emocional positivo. Pero es en casa donde observan por primera vez modelos de gestión emocional. Aunque es muy importante que se trabaje en los centros educativos es necesario, muy necesario, trabajarlo en casa, en familia y desde la infancia.

El punto de partida siempre es cuanto antes y lo resumimos en siete características principales: 1. Práctica el autocuidado, es esencial cuidarse para poder cuidar. Los adultos debemos ser capaces de reconocer, expresar y regular nuestras emociones. 2. Evita la sobreprotección. 3. Juega con tu hijo/a, a través del juego es cuando más significativo es el aprendizaje. 4. Fomenta la empatía y no juzgues sus emociones ayúdale a gestionarlas, desde su perspectiva todo cambia. 5. Trata que tu comunicación verbal y no verbal le transmita tu amor incondicional. Debemos cuidar mucho la forma en que nos comunicamos y abandonar los gritos, castigos y amenazas. El cariño y la comprensión les ayuda a sentirse aceptado. 6. Potencia su autoestima y motivación, cree en él/ella, para lograr cualquier objetivo hay que sentirse seguro y capaz. 7. Nunca lo avergüences o compares (se puede criticar la conducta nunca la persona). 

Algunas actividades son:

Collage de emociones: Selecciona fotos, dibujos y/o recortes para identificar cada emoción y cuenta cuándo y por qué se experimenta cada una de ellas.

Caja come miedos: Elaborar y decorar su propia caja y cuando tengan un temor, lo escriben o dibujan en un papel y lo meterán en la caja para que desaparezca ese miedo. 

Identificar y gestionar las propias emociones: Responder las preguntas, ¿Cómo me siento? ¿Por qué me siento así? ¿Qué puedo hacer para sentirme mejor?... Debemos aceptar todas las emociones e incidir en el comportamiento que se deriva de ellas (puedo enfadarme, pero no puedo pegar).

Diario de emociones: Podemos elaborar vídeos analizado diariamente cómo ha ido el día, cómo nos hemos sentido y que podemos hacer para cambiar/mejorar los aspectos negativos. Podemos hacer una comparación semanal y destacar los cambios positivos.

Semáforo de emociones: Favorecer el autocontrol de nuestras emociones a través de tres colores: Verde: piensa e intenta razonar, Amarillo: se empieza a enfadar, Rojo: gritos, berrinches, pataletas… También podemos realizar un control semanal controlando el color más repetido.

El diccionario de las emociones: Crear entre toda la familia un diccionario de emociones, selecciona fotos, recortes o dibujos con diferentes emociones y clasificarlas juntos explicando cómo y cuándo la puede sentir, se puede ir completando con ejemplos reales de cada emoción. 

Ejercicios de relajación o Mindfulness en familia: Con esta dinámica conseguiremos que se conviertan en grandes expertos de la regulación de emociones.

Técnica de volumen de voz fijo: Consiste en mantener siempre el mismo tono de voz, cuando se sube hay que recordar cuál es el tono adecuado.

Role Playing: Por parejas planteamos diferentes situaciones (reales o inventadas) y las representamos, al finalizar les pedimos que valoren la reacción propuesta.

Rincón de la calma: Establecer un rincón en casa al que acudir al enfadarnos, al perder el control.

Teatro de las emociones: Escenificar una emoción (alegría, tristeza, sorpresa, miedo…) que tienen que adivinar el resto de la familia.

Escucha activa: Pregunta sobre cómo cree que se sienten las personas que ve en su entorno en determinadas situaciones.

Juegos al aire libre: Diferentes dinámicas que favorezcan el trabajo en equipo, la colaboración y la creatividad, pero también la espera, el aburrimiento y la tolerancia a la frustración.

Cuentos para trabajar emociones y sentimientos: Los libros siempre son grandes aliados. Reflexionar y dialogar sobre diferentes lecturas. Los cuentos son una fabulosa herramienta para favorecer la educación emocional.

Mímica de las emociones: Recrear una emoción con gestos y sin hablar, imitar y adivinar lo que nos quiere decir.

Realizar recetas, practicar un deporte, organizar rutas senderismo, tocar un instrumento, bailar, cantar y realizar juegos de mesa y manualidades en familia. El juego, la música y el deporte es fundamental para potenciar la inteligencia emocional. 

Para finalizar destacar que quienes sean capaces de gestionar sus emociones adecuadamente incrementan sus posibilidades de éxito educativo, personal, social y laboral. 

Positivo:

Debemos favorecer la comunicación creando un clima de confianza donde todos los miembros de la familia se sientan libres y sin miedo a expresar lo que sienten. El diálogo es la base para lograr una correcta educación emocional.

Negativo:

Se deben evitar las siguientes acciones: 1. ignorar y/o pensar que sus problemas no tienen importancia, 2. no respetar los sentimientos del niño/a y 3.  crear un apego inseguro porque supone un mayor riesgo de que el niño/a desarrolle carencias emocionales y comportamientos peligrosos. 

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