ESCOLA DE FAMILIAS

La emoción en el aprendizaje

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photo_camera Nuestra cara es el principal medio por el que transmitimos cómo nos sentimos.

Las habilidades personales son un factor fundamental para el éxito en la vida académica, profesional y personal

Actualmente, el mundo de las emociones empieza a incorporarse cada vez más dentro del currículum académico de los centros educativos. Aún así, todavía queda mucho camino por andar. Lo que sí está claro es que las habilidades personales son un factor fundamental para el éxito en la vida profesional, académica y personal, si no las desarrollamos y potenciamos de la manera adecuada corremos el riesgo de que nuestros hijos/as sean analfabetos emocionales, es decir, que no sepan gestionar adecuadamente las emociones propias ni las ajenas. La buena noticia es que esas habilidades podemos enseñarlas desde la infancia. Somos seres emocionales por naturaleza, hasta el punto de que las emociones se encuentran en todos los ámbitos de nuestra vida, por tanto no podemos reprimirlas, y aunque tampoco se trata de ser pura emoción, la clave está en buscar el equilibrio entre razón y emoción. Otros beneficios añadidos de este proceso son el aumento de la autoestima, las probabilidades de éxito personal y profesional, mejora del clima escolar y familiar, etc...

Desde NENOOS, centro que dirijo, creemos en una inteligencia múltiple que se puede educar, varias inteligencias o capacidades que se pueden entrenar y mejorar, entre ellas la inteligencia emocional. Inteligencia que se centra en la gestión con consciencia y conciencia de las emociones. Previo a esto, es necesario mencionar dos inteligencias muy ligadas con la emoción: inteligencia intrapersonal e inteligencia interpersonal.

Las emociones son innatas, se ha demostrado que en diferentes culturas las emociones básicas y su expresión son casi idénticas. Las emociones básicas pueden variar hasta cierto punto según la fuente consultada, pero las más comunes son: ira, miedo, asco, tristeza, sorpresa y alegría. Ira: Provoca rabia, enfado y furia. Nos induce hacia el enfrentamiento. Miedo: Surge cuando nos sentimos amenazados, nos produce ansiedad y hace que busquemos protección. Asco: Produce rechazo hacia “algo” y provoca que nos alejemos de aquello que consideremos perjudicial para nosotros. Tristeza: Aparece en situaciones que nos provocan pena, pesadumbre...y tiene la función de suscitar ayuda y consuelo en los demás. Sorpresa: Es una emoción breve y transitoria, un sobresalto ante un cambio brusco y nos ayuda a prepararnos ante una situación inesperada. Alegría: Provoca sensación de bienestar, de euforia y también de seguridad. Esto hace que busquemos repetirlo. Existen también emociones secundarias que pueden aparecer entre otras causas por la vivencia prolongada de las básicas o por la combinación de las mismas. (diversión, anticipación, desprecio, vergüenza, …)


¿Todas las emociones son buenas?


Algunas de ellas causan en nosotros malestar, dolor, etc... y por esto podríamos concluir que existen emociones negativas y positivas. Pese a esto, en realidad no hay emociones negativas, porque es adecuado sentirte triste cuando sufres una pérdida o ira ante una situación de injusticia, también sería inapropiado sentirte alegre cuando te dan una mala noticia, por tanto todas las emociones pueden ser adecuadas o no, en su justa medida y dependiendo del contexto en el que nos encontremos. A veces, las personas no son quién de controlar las emociones, cuando se produce un desajuste en la intensidad o la duración de las emociones, se puede llegar a enfermar, produciendo enfermedades como la depresión o trastornos que producen alteraciones en los estados emocionales como en las manías.


Pautas para mejorar


El primer paso para poder desarrollar la inteligencia emocional de los niños es que los padres, madres y educadores/as seamos conscientes de la importancia de la misma, de hasta que punto las emociones influyen en nuestro día a día y en qué medida las gestionamos de manera adecuada. Nosotros debemos servir como ejemplo de aquello que intentamos inculcar, los familiares y tutores de los pequeños debemos ser los primeros en gestionar nuestras emociones con inteligencia y autocontrol para que ellos/as nos vean como un ejemplo positivo a imitar.

Además de intentar día a día lo arriba expuesto, que debemos de completar con el aumento de nuestra empatía y la escucha activa, podemos realizar una serie de actividades muy útiles en casa para que los niños y niñas conozcan las emociones básicas y empiecen a trabajar con ellas. Os propongo algunas:

Mi cara refleja: Nuestra cara es el principal medio por el que transmitimos cómo nos sentimos, un medio de comunicación emocional. Este juego, busca reconocer estados de ánimo en fotografías o dibujos o incluso en nuestras propias caras. Para ir un paso más allá podemos preguntar: “¿cómo se siente (haciendo referencia al dibujo)?”, ahora se le pide que imite la cara que ve en la foto y que responda a: “Yo también me siento...cuando...”

Cuentos e historias: Para trabajar las emociones en niños y niñas mayores podemos recurrir a cuentos o historias y después realizar preguntas sobre ellos acerca de lo que sientes los personajes o qué sentirían ellos en el lugar de dichos presonajes. Se trata de aplicar la técnica anterior sobre materiales más complejos, para ello podemos recurrir a cualquier tipo de cuento o a algunos libros creados expresamente para ese fin, como pueden ser: 

”Emocionario” (+ 6 años): se trabaja una emoción por cada historia, a través de una ficha relacionada con el texto. ”A la cama mounstruos” o “El intruso” (+3): textos pensados para evitar los miedos.”Orejas de mariposa” y “Malena Ballena”(+3 años): libros para potenciar el adecuado desarrollo de la autoestima. APP’s:”¿Qué tal estás?”: (de 3 a 6 años) Una aplicación educativa para que los niños aprendan a diferenciar diferentes estados de ánimo; ”Colección emociones”: para reconocer, aprender y poner en práctica las emociones.

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