ESCOLA DE PAIS

La luna de miel de las drogas

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La antesala de una relación fatal 
 

Hasta los años setenta, la prevalencia de consumo de drogas legales e ilegales en España era inferior al resto de países de la región europea. El fenómeno de transición política y los cambios culturales acaecidos en los setenta discurrieron en paralelo con un incremento creciente del consumo de sustancias adictivas. Así, a partir de entonces se produce un incremento importante en el consumo de las drogas legales (tabaco y alcohol), explicado en gran parte por la incorporación de la mujer al consumo. En una línea similar, a finales de esa misma década, tiene lugar una fuerte expansión del consumo de drogas ilegales, lo cual parece relacionado con la tardía difusión de la contracultura y la transición política ocurrida en nuestro país.  

Los jóvenes de entonces disponían de poca información sobre los efectos a medio-largo plazo de muchas de las sustancias que consumían, así como de los riesgos asociados a su consumo. Hoy en día podríamos afirmar, sin riesgo a equivocarnos, que la inmensa mayoría de las personas que se inician en el consumo conoce los efectos nocivos y perniciosos de las drogas; pero esto no parece tener un efecto disuasorio.

Así la situación, podemos preguntarnos ¿por qué los jóvenes se inician en el consumo de drogas, pese a que disponen de información suficiente y abundante sobre los efectos negativos que estas producen en su salud y en su proyecto vital? Responder a esta interesante pero compleja cuestión, requiere en primer lugar dejar claro que el consumo de sustancias no se produce como resultado de una simple relación causal, sino por un conglomerado de variables que interactúan, y que de modo sintético podemos agrupar en dos grandes bloques: los factores de riesgo y de protección.Dado el limitado espacio de este artículo, incidiré únicamente en uno de los factores que suponen un obstáculo a la prevención del consumo de drogas, y que alude al fenómeno denominado “la luna de miel de las drogas”.

El discurso sobre prevención de drogas que es dirigido a los jóvenes, de modo característico, suele hacer hincapié en las graves consecuencias que para su salud acarrea el consumo. Sin embargo, este mensaje preventivo contrasta con la realidad que muchas veces observan los jóvenes. Pues, tales efectos suelen observarse tras un consumo frecuente o prolongado en el tiempo, y solo de forma probable. Así, para muchas sustancias adictivas, las fases iniciales de consumo no tienen tales efectos negativos, e incluso pueden resultar placenteras y acarrear nulos o escasos problemas al consumidor.

Esta experiencia que viven muchos jóvenes les lleva a poner en duda el mensaje preventivo de padres, educadores o proveedores de salud; y, en cierto modo, estimula su afán de experimentación y su sentimiento de autoafirmación.

FASES DEL CONSUMO
Para entender bien este fenómeno, se hace necesario hacer referencia a las diferentes fases que se dan en el consumo de sustancias:

1. Fase de Iniciación: hace referencia a los primeros contactos del joven con la droga, durante los cuales las drogas suelen mostrar su lado más amable, teniendo como resultado una experiencia placentera, positiva y cautivadora, es lo que se conoce como “luna de miel de las drogas”. Los consumos en esta fase suelen ser esporádicos y principalmente motivados por la presión de grupo que ejercen sus iguales o por lograr la aceptación de estos. Durante esta etapa, el joven mantiene sus hábitos aunque con ligeros cambios, a menudo, imperceptibles en su entorno relacional más próximo, por lo que los padres no se han percatado de la situación y ni siquiera se la imaginan. Si este primer contacto ha sido agradable o ha servido a su fin instrumental, se produce un deseo por volver a tomar la sustancia en nuevas ocasiones. En esta fase, el individuo percibe que tiene absoluto control sobre la situación de consumo.

2. Fase de afirmación: el joven ya conoce los efectos que produce la droga y las situaciones de consumo se hacen cada vez más frecuentes, buscando experimentar los efectos placenteros de esta. Empieza a desarrollarse la tolerancia, por lo que se hace necesario ir incrementando progresivamente la dosificación para experimentar los mismos efectos. El consumo de drogas empieza a mostrar su verdadero rostro, comenzando a surgir pequeños inconvenientes. El joven percibe que la situación comienza a descontrolarse, aunque se niega a admitirlo. Ciertas personas y algunos amigos conocen que consume, pero hay otro grupo de amigos, familiares y padres que ignoran tal circunstancia; aunque en ocasiones pueda aparecer la sospecha.

3. Etapa de dependencia: en esta fase el joven ya ha desarrollado dependencia psicológica y/o física, por lo que el consumo se hace fundamentalmente en clave de evitar el síndrome de abstinencia. Se caracteriza por la pérdida de control, por la obsesión y la compulsión de administrarse la droga, así como por un abandono de sus responsabilidades directas o por una disminución significativa del tiempo dedicado a estas; el cual será reinvertido en acciones que le permitan conseguir la droga o en consumirla. Se hacen evidentes los múltiples problemas en la salud física, psicológica y social, provocando un serio deterioro de la calidad de vida y de su proyecto vital futuro. En esta fase el consumo de sustancias se hace evidente y público.

ESTRATEGIAS EDUCATIVAS
Conociendo el obstáculo que para la prevención supone el efecto “luna de miel de las drogas”, debiéramos considerar algunas estrategias educativas para intentar contrarrestarlo:
Lo primero que debiéramos hacer es cambiar el modo y el tipo de información que se da a los jóvenes sobre las drogas, evitando dramatismos o sensacionalismos. Esta debe incidir fundamentalmente sobre los efectos negativos a corto plazo (ej. disminución de la capacidad aeróbica por efecto del consumo de tabaco) y no exclusivamente sobre los graves y solo probables efectos a largo plazo (ej. desarrollar un cáncer de pulmón); además esta información debe ser adaptada a su edad. 

Otra estrategia importante consiste en ayudar a nuestros hijos a comprender y trabajar aspectos tales como la automotivación y la demora de las gratificaciones. Habitualmente los comportamientos no saludables, tales como el consumo de drogas, tienen efectos placenteros y seguros a corto plazo y consecuencias de mala salud a medio largo plazo y solo probables. Es por ello, muy importante, que los jóvenes posean habilidades para saber renunciar a situaciones placenteras inmediatas (como salir un fin de semana antes de un examen y consumir alcohol) en pro de perseverar en metas que les reporten beneficios futuros e importantes (estudiar, aprobar el curso y disfrutar de un verano de asueto).

Finalmente, de modo genérico, es importante fomentar estilos educativos que modelen e incrementen la responsabilidad, la autoestima, el autocontrol o las habilidades asertivas.

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