Una llamada y en muchas ocasiones a deshora y como testigo la noche o quizá el alba de un amanecer. A veces esa llamada desde el mismo móvil que llevaba tu padre o tu hermana o tu hijo o de los servicios de urgencia.
“En la carretera compartimos mucha vida”
Después todo cambia. Esa fecha se queda grabada para toda la vida. Todo se mide ya en un antes y un después del impacto de la noticia, del fallecimiento, o de las secuelas tan graves de las heridas sufridas por un mal llamado accidente de tráfico.
Kilómetros de muchas carreteras plagados de vidas truncadas, sueños que se desvanecen en un siniestro segundo. Lo que pudo ser y nunca más será.
Tras la tragedia de un “siniestro vial” y de los grandes titulares con fotografías que huelen a asfalto y gasolina quedan las familias; los padres, las mujeres, los hijos, los hermanos, los amigos... Queda simplemente el dolor de un drama.
No dejo de recordar mucho la frase tan repetida y oída en ocasiones por familiares de víctimas de “siniestros viales”, solo te preocupas de esta problemática hasta que te toca.
Quizá lo veamos desde la lejanía pero todos somos parte del problema pero también de su solución de evitar tanto drama evitable. Sí, lo que leen, evitable si cambiamos simplemente nuestra conducta y responsabilidad al conducir cualquier tipo de vehículo, ya saben, no beban, no corran, no hablen por el móvil, pónganse el cinturón de seguridad.
Como decía nuestro amigo Paco Costas auténtico pionero de remover conciencias y de hacernos saber de la importancia de la Seguridad Vial en la carretera, que bueno sería tener una “segunda oportunidad”.
Recuerden que la vida en la carretera, en cualquier avenida de cualquier ciudad, nos puede cambiar con un antes y un después en cuestión de segundos, solo de nosotros dependerá evitarlo. Ojalá nunca tuviésemos que escribir nombres como Lara, Daniel, Fátima, Helena. Maite, y tantos otros a los que un mal llamado accidente de tráfico les cambió su vida para siempre.
Alcohol y conducción incompatibles, recuérdenlo
Inmersos en la burbuja mágica de la víspera de una fiesta tan entrañable como son las Navidades y donde de nuevo y en muchas ocasiones las familias se juntan para celebrarla, quiero recordarle sin querer ser un agua fiestas que por delante nos quedan muchos días de combinar fiesta, descanso, gastronomía y en muchas ocasiones no faltara el alcohol.
Recuerden que en estas fechas como dije en el anterior artículo tendrá por desgracia un antes y un después si no somos lo suficientemente responsables en interiorizar que conducción y alcohol son un coctel muy peligroso, hagan partícipes de remover conciencias y sobre todo de ser conscientes que se puede evitar de coger cualquier vehículo si hemos bebido, que existen otras alternativas como el conductor responsable, el taxi o el autobús.
Mi firma personal
Siendo este artículo el último de este año al que le quedan muy pocos días para finalizar no podía dejar de pasar de desearles unas entrañables fiestas en compañía de sus seres queridos, de que tengamos un prospero año nuevo y que la familia educativa y todo aquel que me lleva leído a lo largo del tiempo haga el esfuerzo en tratar de ser un agente educador vial, una persona ejemplar con sus conductas y hábitos a la hora de conducir cualquier tipo de vehículo o como peatón. Que se acuerden de aquella frase que dice: “El ejemplo no es una manera de educar, es la única manera”.
A esa familia llamada cmunidad educativa y a cada uno de los docentes, darles las gracias por todo el esfuerzo que puedan hacer en esta materia y el interés que puedan ponerlo en ello, su esfuerzo será garantía de tener en un futuro a un conductor concienciado y al mismo tiempo responsable, acuérdense de ese lema de una de nuestras campañas desde Fetevi que dice: “La Educación Vial es cosa de todos”.
