Diario de una Cuarentena

Bendita tecnología

jordi

Ayer quise echarme una siesta pero no pude y esta vez la culpa no fue de mi hija. Cuando cerré los ojos me vino un pensamiento a la cabeza, evidentemente sobre el coronavirus, el maldito coronavirus. Empecé a pensar en cómo viviríamos esta pandemia sin todos los adelantos tecnológicos que hay ahora y, lógicamente, no pude dormir. Os cuento esto porque si no habéis reflexionado sobre ello, os invito a que lo hagáis y ya veréis como cambia el cuento, incluso asusta.

Os voy a enumerar algunas de las ideas que inundaron mi pequeño cerebro:

En el supermercado no podríamos pagar con el móvil o el reloj, tendríamos que hacerlo con la tarjeta o en efectivo. Con el contacto del mano a mano en ambas transacciones subirían los contagios y habría más casos de infectados.

Cuando fuéramos al supermercado no nos podrían escribir un whatsapp para decirnos que hay que traer algo que se nos ha olvidado escribir en la lista, lo que nos haría tener que volver de nuevo al super, lo que a su vez nos haría salir más de casa y una vez más aumentar el riesgo de contagios y por lo tanto aumentar la famosa curva.

Sin las videollamadas tendríamos que usar el teléfono normal para hablar con nuestra familia, nuestros padres nos dirían que fuéramos breves porque les iba a salir un pico, lo que al final nos llevaría a perder la comunicación con los que están más lejos y tener que hablar más con los que están a tu lado.

Sin Twitter, Facebook o Instagram no habría videos de gente haciendo deporte en casa y animándonos a hacerlo nosotros, por lo que iríamos más veces a la nevera, por lo que se gastaría antes la comida y tendríamos que ir de nuevo al super, pagar con dinero o tarjeta, infectarnos, contagiar y transformar la curva en una diagonal ascendente.

Sin internet no podríamos ver Netflix, HBO, Disney, Movistar, etc … lo que nos obligaría a tener que ver a Jordi Hurtado, lo que a su vez nos forzaría a apagar la televisión y por lo tanto aumentaría la natalidad …

Por cierto, escuché ayer que había subido el gasto en cerveza y había bajado el de papel higiénico y eso me enorgullece mucho ya que yo fui uno de esos desde el principio. Porque prefiero antes un país de disfrutones que uno de cagones.

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