Baloncesto

El COB se engaña a sí mismo

Tew lanza a canasta ante el pívot del COB Kevin van Wijk.
photo_camera Tew lanza a canasta ante el pívot del COB Kevin van Wijk.
El equipo ourensano perdió en Melilla tras firmar 25 minutos sin criterio ni intensidad y no completar después una remontada con más orgullo que calidad

Después de haber jugado solo un partido en un mes y tras dos semanas sin excusa ni contratiempos para preparar a conciencia una "final" anticipada, el COB se presentó en Melilla con la ropa de juego correspondiente, pero sin las ideas, la intensidad, la implicación y el orgullo necesario para competir un partido de esa importancia. La camiseta fue lo único correcto de un equipo ourensano que durante 25 minutos no sabía a lo que jugaba en ataque ni por dónde le venían en defensa. 

Sin lucidez, ni en la pista ni en el banquillo. Un COB con una sensación de desorden y falta de criterio permanente. Sin capacidad para generar ventaja alguna en el uno contra uno, condenado a jugarse tiros forzados en cada posesión y con una retahíla de combinaciones, cambios y alternativas sin mejoría ni premio.

Hasta el minuto 25 el COB fue un desastre absoluto . En defensa sus números lo condenan incluso sin tener que ver el partido. Llevaba 6 rebotes en toda la primera mitad y el Melilla 22. Cometió una falta en el segundo cuarto cuando quedaban menos de dos minutos y ya lo había probado casi todo y llegó a perder por 16 (52-36) al inicio de una segunda mitad en la que la impotencia hacía todavía más daño que la indolencia anterior.

El cambio

Hasta ese momento el COB había vivido de acciones aisladas y estaba todavía vivo en el marcador por las propias limitaciones de un rival sin mucho acierto y tampoco sobrado de nada. 

Con dos rotaciones cambió el partido. La entrada de Aaron Menzies y Diogo Brito convirtió al COB en un equipo con peligrosidad en ataque y al menos incómodo en defensa y competitivo en el rebote. Que no es mucho pedir.

Con el pívot las ventajas en el centro de la zona supusieron puntos y espacios para el perímetros. Menzies sumó 7 puntos y 5 rebotes en esos 15 minutos. Sus todavía hoy compañeros de puesto, Fall y Joseph, acabaron con 8 puntos entre los dos y 1 rebote. No volvieron a jugar y solo volverán a hacerlo por obligación o por falta de sustitutos a la vista. Parecen condenados por sus propia inoperancia. Uno por capacidad y el otro por actitud.

Con Brito, el COB robó balones, incomodó la líneas de pase, corrió algo más y desnudó todavía más las apatía anterior de sus compañeros. 

Con ellos dos, con el criterio de Navarro y Úriz, los puntos de Henríquez y Mazaira y los minutos de relevo de Van Wijk o Dimitrijetic el COB llegó a tener opciones de victoria.

No parecía tan complicado. Solo hizo falta jugar un baloncesto con piernas frescas y gestos de rabia y orgullo cuando salían las cosas. Con más ilusión que miedo. 

El Melilla pasó de gustarse a pedir la hora en un último cuarto que se le hizo corto al COB y que decidió la facilidad anotadora de Sergio Llorente y el criterio de Javi Marín. Los dos bases del Melilla hicieron justicia con un partido en el que su juego fue superior durante más minutos. 

Al COB le quedó al menos la confirmación de con quién puede contar y con quién no. El problema es que ese mensaje ya había sido indiscutible tras el partido de Lugo y obviarlo empezó a condenar el de anoche. Por ceguera o por prudencia, pero el COB tiró a la basura dos semanas inmejorables para empezar a reconducir una situación cada vez más peligrosa.

Al menos ahora no tendrá dudas sobre cuál es el objetivo para que ha quedado esta temporada. Una condena a los errores propios  y a un equipo que no puede seguir engañándose a sí mismo.

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