Diego Ocampo descubre sus sensaciones con el club al que llega y repasa experiencias vividas en la Liga ACB
Números de récord en Murcia que no sirvieron para continuar en el club. Así es el deporte profesional. "Pasaron 25 días y no me decían nada. Un día me llamó el director general y me dijo que no me harían oferta y no sé nada más", relata Diego Ocampo. Y saca a relucir su filosofía: "Este mundo es así y tienes que aceptarlo. Habrá alguna razón y seguro que hay gente a la que no le gustas. Hay que aprender de eso y no llevarlo a lo personal. Lo acepto profesionalmente y acepto sus criterios como el jugador debe aceptar cuando lo dejas en el banquillo. No puedo pensar que ha sido una injusticia. Pienso que ha sido una temporada en la que los jugadores han progresado, el aficionado se lo ha pasado bien y yo tengo que aprender de todo ello".
La salida de Murcia lo llevó al mercado. Sonó en Madrid desde el principio pero el fichaje tardó en fraguarse. Llega un club histórico, el Estudiantes: "Es muy especial. Primero por su historia, porque por allí han pasado algunos de los mejores jugadores y entrenadores del baloncesto europeo. Luego porque es esencia de baloncesto, es un colegio y todo el día se está jugando al baloncesto. Esas dos peculiaridades te exigen una adaptación distinta a cualquier otro club".
Toca analizar momentos de su trayectoria. En todos aparecen datos destacables. Empezando por su otra casa, Sevilla: "Era muy feliz en Sevilla siendo ayudante. Mi vida era muy fácil como profesional. Esos seis años fueron muy importantes para mí porque me dieron mucha estabilidad personal".
Allí conoció a una mujer que "me equilibra" y de allí es un hijo "al que no le digo nada pero sin querer ve partidos y le gusta la pelota y la canasta. Dentro de unos valores me gustaría que fuese feliz en lo que él quiera". Allí vivirá si el baloncesto le obligara a parar. Un club en el que compartió banquillo con Joan Plaza o Aíto García Reneses. Dos lujos.
"Lo más importante es que todos íbamos en la misma dirección. Presidente, directivos, director general y entrenadores. Y aunque parezca sencillo es muy complicado que eso ocurra", dice. Los resultados están ahí: "Apostamos por trabajar con jugadores de la cantera por filosofía y por necesidad. Apostamos por traer jugadores europeos. Kristaps Porzingis llegó de Letonia con 15 años y ahora tiene acento andaluz". Hace unas semanas fue elegido en el número 4 del draft de la NBA y dejó 850.000 euros en las arcas del club.
Aíto García Reneses tendrá mucho que ver en eso: "Él no tiene ninguna prisa. Pasa un tiempo estudiando a los jugadores para luego saber por donde hacerles un traje a medida en la táctica del equipo". Entrenador complicado de comparar: "Ha marcado el baloncesto español y europeo. Es justo que se le reconozca en la medida que es. No solo por los jugadores que ha sacado si no por todo lo que ha innovado. A sus 69 años ha hecho cosas que en la liga no se hacían".
Desvela detalles que solo saben lo que están dentro: "Es una persona que cree firmemente en la formación del jugador, que el cerebro es una parte más que tiene que trabajar. A Ondrej Balvin le enseñó a jugar al ajedrez. Primero le enseñó a mover las fichas, luego a jugar una partida y el último día increíblemente Balvin le ganó a Aíto. Realmente creo que se dejó ganar pero hizo que él se interesase. Balvin, para ganarle, entrenaba jugando con su novia y creó una estrategia para que ese chico fuera del baloncesto tuviese una aliciente que le permitiese desarrollarse intelectualmente. Y así en su rendimiento. En el avión en vez de escuchar música iban jugando al ajedrez y eso le generó confianza. Nunca le había dado tanta importancia a esa parcela hasta que lo conocí a él".
Y curiosamente 12 años después de salir de Ourense ficha por Estudiantes y "es como volver a los orígenes. Es como volver a Carmelitas o a Salesianos. Un colegio en el que se vive el baloncesto. Es realmente deporte de formación y de base, es un cultura".
