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La Final Four repite para elegir el ascenso a la ACB

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photo_camera Un momento durante un partido del COB.

El campeón de la liga regular ascenderá de forma directa y los tres últimos clasificados bajarán a la liga LEB Plata

La LEB Oro se acerca a sus bodas de plata. 24 temporadas en las que ha pasado por formatos de todo tipo e incluso ha variado su número de participantes. Unas veces por devoción. Otras por obligación.

La pasada temporada la recuperación de la Final Four para elegir el segundo equipo ascendido a la Liga ACB fue la principal novedad en el sistema de competición. Tras el éxito del campaña pasada no admite polémica.

La imagen imponente de Miribilla, con más de 10.000 aficionados y un ascenso en juego, se quedan como la foto de la temporada en una liga que tiene muy complicado superar ese listón.

La liga regular  será la que haga la primera criba. De nuevo con el formato más ambicioso que ha tenido la segunda categoría del baloncesto nacional. 18 equipos y todos ellos representando a proyectos asentados. Se acabaron las prórrogas, las renuncias y las vacantes. Las ligas impares y con equipos limitados hasta en los desplazamientos. La LEB Oro vuelve a ser una liga  para presumir.

El campeón de la liga regular será el que ascienda de forma directa a la Liga ACB. Ahí esté el primer motivo del cambio. La drástica reducción en los costes ha desbloqueado el flujo de equipos entre categorías. Los que ascienden saben que tienen su plaza reservada en la mejor liga de Europa. Los que bajan se marchan de cabeza a la LEB Plata.

Los Burgos, COB, Melilla, Palencia y compañía fueron los "héroes" sin reconocimiento que acabaron con el despotismo de los ACB. Acabaron con la hipocresía de clubes arruinados que vetaban la entrada a otros infinitamente más saneados.

Después de 34 jornadas llegarán unos play off que también han vivido todo tipo de aventuras. Que llegó a tener ronda de octavos de final y que ahora pasa a solo una al mejor de cinco partidos.

Los cuatro ganadores serán los que consigan el billete para la Final Four. Se habrán ganado el privilegio de jugarse el ascenso a dos partidos. Tres de ellos volverán a la casilla de salida a poco que tengan una mala tarde. Apasionante para todos, temible para los favoritos, imprevisible para los expertos, atractiva para los espectadores, justa o injusta según quién lo explique.

Será la guinda a una Liga que a mitad de camino elegirá al campeón de la Copa Princesa y que además dejará de padecer las injustificables ventanas FIBA. Nueve meses y más 300 partidos.

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