BALONCESTO/LEB ORO

Ni con la mano ni con el pie, corazón

LUGO. 29.05.2015 TERCER PARTIDO ELIMINATORIA ACB. BREOGAN - COB. FOTO: MIGUEL ANGEL
photo_camera Los seguidores del COB combatieron desde la grada a la marea breoganista.

La fortaleza mental de los jugadores de baloncesto, porque a los del COB y del Breogán aún le faltan unos centímetros para ser de basket, es encomiable

Ahora que estamos en tiempo muerto y ya que este texto va de una contracrónica o de una crónica a la contra, empezaremos por una anécdota. A principio de la década de los 80 hubo una temporada en la que el fútbol y la televisión se divorciaron por motivos económicos. Eran años en los que un tipo como Antonio Díaz Miguel, apodado 'La loca', intentaba que en este país se jugase al basket en vez de al baloncesto. En los Juegos de 1984 la selección llegó a la final contra el combo norteamericano patroneado por un tal Michael Jordan cuando una plata olímpica semejaba una gesta inalcanzable. En un arrebato de euforia hubo quien auguró que aquí, como sucedía y sucede allá, el baloncesto también podría ocupar el corazón de los aficionados al deporte.

Ante este situación, una periodista del suplemento 'Blanco y Negro' le preguntó al gran Miguel Muñoz, seleccionador de fútbol y mítico recolector de títulos con el Real Madrid, si no temía por el empuje de la canasta con el bombo de la tele. Muñoz, sabio como pocos, le soltó a la periodista que lo interrogaba: "Señorita, si usted al llegar para se hubiese descalzado y estuviese ahora tomando notas con el pie, pues empezaría a preocuparme".

El pequeño concello ourensano de Ramirás cuenta con equipo de fútbol sala femenino. El lema que aparece en el póster de la plantilla es redondo como la pelota o como una buena metáfora: "Hay sueños que se alcanzan con los pies".

No es por quitar la razón a Miguel Muñoz ni para cuestionar la genialidad de las rapazas futbolistas. A don Miguel sería imposible, máxime cuando sentenció que prefería que dijesen de él que como entrenador tenía una flor en el culo que otra parte, por contar la anécdota con delicadeza. Que en un municipio de unos 2.000 habitantes haya mujeres que jueguen al fútbol es un acto heroico.

Dando una miaja de razón a uno y otras, a veces no es cuestión de manos ni de pies que los sueños se cumplan, sino de corazón. El mismo que le pusieron ayer más de 500 aficionados cobistas en el Pazo Universitario de Lugo cuando su equipo parecía que se descosía como un calzoncillo sin goma. "Ou, Ou, Ou, Ou". La hinchada ourensana compitió con ímpetu contra 5.000 breoganistas y un 'speaker' al que alguien le debería recomendar que alguna vez cierre el pico porque resulta insufrible. Asistir a un partido en Lugo es un suplicio. No por el griterío ensordecedor de la grada, sino por el animador. No es por lo que fastidia, sino por lo continuo y en momentos en los que emborrona una buena jugada.

La fortaleza mental de los jugadores de baloncesto, porque al COB y al Breogán aún le faltan unos centímetros de talento hasta llegar a ser considerados de basket, es encomiable. Lanzar un tiro libre y acertar con una grada achuchando detrás es un prodigio. Hasta la muñeca de Nadal o de Djokovic perdería fiabilidad si al público de tenis le permitiesen levantarse a hacer un pis con la bola en juego. Si ya le permitiesen alentar a sus ídolos, el tenis sería otra cosa. Quizá no mejor, pero sí distinto.

Volvamos al Pazo Universitario de Lugo. Que dos ciudades unan sus voces para entonar el himno galego bien merece pagar una de pulpo o una de bica con licor café. Sucedió en cada enfrentamiento liguero entre los dos equipos y en el estreno de la serie en cada cancha. También en el último. Ourense quiere volver a cantar. Pudo recuperar la ventaja en la eliminatoria cuando a falta de cuatro minutos un triple de Pedro Rivero adelantó por primera vez a su equipo. Hasta ese momento la superioridad física y leñera de los breoganistas no se traducía en un marcador estrábico por unas cuantas bombillas fundidas. El que no levantase la pestaña al electrónico tendría la desilusión de que el COB estaba recibiendo una "malleira". No era así. La afición tiraba del hilo para que su equipo llegara con vida al final y era el momento de gestionar la ventaja, pero ésta se deshizo como una pompa de jabón recibiendo la carantoña de un manazas.

Dani López, otra vez el puñetero, la enchufó de tres cuando parecía que iba a malbaratar la posesión, devolvió las tablas al marcador y trizó los ánimos cobistas. El Breogán se impuso por ocho puntos, pero el COB nunca dejó de mirar al colosal desafío a los ojos. Ahora necesita dos victorias. No se trata jugar con el pie o con la mano, don Miguel Muñoz, sino de corazón.

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