El partido del COB empezó como un thriller, acabó como un drama

Chaz Williams y Jhornan Zamora conversan durante el duelo en Lleida. (POL PUERTAS)
photo_camera Chaz Williams y Jhornan Zamora conversan durante el duelo en Lleida. (POL PUERTAS)
El ilusionante arranque del COB se convirtió en un castigo demasiado duro para un equipo mermado por las bajas

Con el lomo caliente. Así salió de Lleida el COB. No por más avisos y datos estadísticos fastidia menos. Se sabía que el Barris Nord era casi inexpugnable. Los catalanes llevaban 17 victorias seguidas en casa. Ya son 18. Y el cuadro ourensano cierra la primera vuelta sin nada que llevarse a la boca como visitante. Demasiadas adversidades. Súmale las lesiones o problemas personales que dejaron en tierra a Aboubacar, Gjuroski y Pilepic. Definición gráfica de misión casi imposible. Pero ojo, tampoco eso debe ser un cheque en blanco para valorar el rendimiento.

Mira que la puesta en escena fue buena. Serios y contundentes atrás y con acierto en ataque, los de Félix Alonso comenzaron mandando. Con personalidad. Un 5-14 por aquí, un 22-31 por allá. Nervios en la parroquia local y confianza en el bando ourensano. Pero ahí el interruptor se apagó. Paso atrás de unos, paso adelante de otros. Se cambiaron las tornas antes del descanso, aunque el COB seguía en partido y los aficionados que lo siguieron por Telemiño se fueron a la cocina a picar algo todavía con la moral alta.

Tras el descanso fue cuando el caballo se escapó. Sin mirar atrás. Demasiados errores, excesivas imprecisiones. Algún defecto, de los “viejos tiempos” que no se quieren recordar. Un bajón como no se veía desde hace semanas. Un “pues hasta aquí hemos llegado” que no debe ni puede ser así. Fantasmas de un pasado reciente que volvieron a dejarse ver.

Negados

Chaz Williams tuvo una noche para el olvido. No está siendo lo que se esperaba. Zamora lleva dos partidos consecutivos sin “feeling” con el aro, peleado y apresurado. Por dentro costó y por fuera también. Faltaron cosas. No pocas. Y también tres jugadores, no hay que olvidarlo. No es una excusa pero sí un atenuante.

Entre los brotes verdes que se han visto y entre los que hay casi unanimidad, dos cosas preocupan. La ya citada enfermería y el calendario. Dos salidas consecutivas (ahora toca Gipuzkoa), antes un Andorra y después un Estudiantes. La cosa se aprieta en la parte baja y, si la mejoría en el juego (a excepción de la mitad del duelo en Lleida) no se ve refrendada por resultados, cualquiera se come la cabeza. La forma está bien y ayuda a ganar. Pero aquí lo que cuenta es el fondo, que son las victorias, lo que te saca de pobre.

Ahora lo que toca es hacer autocrítica, volver a la senda de la primera parte en Barris Nord y rearmar a las tropas para la próxima batalla. Llegará en próximo sábado en tierras vascas y no será sencillo, sobra decirlo. Recuperar para la causa a Pilepic y no perder a nadie más de camino. En la pista, encrucijada. Habrá que ver que equipo quiere ser el COB. Si el de los últimos duelos y parte del último, o el que dejó esta sensación tan mala con el bocinazo final.

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