Primer día de desconfinamiento real

Después de muuuuuuchos días ¡¡¡he socializado!!! Por la mañana he ido a lavar el coche, porque teníamos que irnos de visita a casa del Xuez, la Seño y Adri (muy feliz de que la manguera perdiera agua y no me diera cuenta hasta que tuve un banco de jurelillos en mis zapatillas). Antes de todo, he preguntado a la jefa de la casa si lo que íbamos a hacer estaba a favor o en contra de la ley. Era por llevar un bigote postizo, unas gafas oscuras y prepararme una buena excusa. Me confirmó lo que esperaba, no lo que deseaba, que estábamos cumpliendo con la normativa de la fase en la que nos encontrábamos. La sensación de toda la familia, junta en el coche, era algo que llevaba mucho sin experimentar. No era yo el único, porque la peque se quedó dormida en un trayecto que no duraba ni 20 minutos. El plan era muy claro. La Seño me había dado una orden muy concisa. Tenía que ir a su casa para hacer las costillas del Abuo Sisa. Había leído la receta el día que la publiqué en esta columna y, desde ese momento, había mandado varias indirectas sobre el manjar. También nos hubiera gustado que estuviera Eva, pero, como vive en otra provincia…, ¡castigada! Amigos lectores, ¡qué sensación tan agradable estar con amigos disfrutando de una Estrella Galicia, una buena comida y una sensacional conversación! Yo sabía que lo echaba de menos, pero no me di cuenta de cuanto hasta el día de hoy. Por todo esto, he decidido, de manera unilateral, que esta reunión se haga una vez por semana. Los dueños de la casa no lo saben, se enterarán al leer la columna. También aprovecho la ocasión para avisar de que esta medida durará hasta que llenen la piscina. Desde ese momento, las visitas podrán ampliarse a tres o cuatro por semana. Es lo que tiene ser un entrenador de fama mundial y un escritor de prestigio en la profesión, que uno puede hacer lo que quiera donde quiera, porque todo el mundo se lo perdona. El día está siendo muy completo y lo mejor de todo es que hoy no he hecho nada que avergüence a mi mujer, como suelo acostumbrar. Aunque aún nos queda la cena, asique que no se relaje. Les dejo que me están esperando, ya huelo el churrasco desde aquí.