Un triunfo que lo cambia todo para el COB (78-74)

El cobista Willett machaca el aro en el partido ante el Tau Castelló. ÓSCAR PINAL
photo_camera El cobista Willett machaca el aro en el partido ante el Tau Castelló. ÓSCAR PINAL
El COB mejora sus prestaciones, se ratifica en su identidad y supera al Tau Castelló en un partido de infarto ante un Pazo que apretó de lo lindo

Una victoria de sangre, sudor y, por suerte y méritos propios, sin lágrimas. El COB le quitó el precinto a las victorias en la temporada. Lo hizo gracias a un partido de los que hay que ganar varias veces. Los ourensanos abrazaron la fórmula que faltó ante Gipuzkoa y que se dejó ver más en Madrid: ataques rápidos, más anotación e intensidad. Aunque ello lleve a imprecisiones (¡ay, las pérdidas!) que se deberán ir puliendo. Fueron cuatro cuartos de marcaje estrecho, de ventajas que no superaron los 7 puntos, y donde no faltó la polémica arbitral. Y en ese caldo de cultivo, el triunfo por 78-74 lo cambia todo para los de Guillermo Arenas.

Empezó Gjuroski viendo el aro y Stutz dando la réplica. Un guión de igualdad que se ratificaba en cada jugada. Los ourensanos asomaron la cabeza con cuatro de renta, pero los levantinos no dejaron que el caballo se escapase y se fueron al primer parón ganando por la mínima. 

Pocos cambios en la sinfonía que se tocó en el segundo cuarto. Pilepic se unió haciendo lo que lleva toda la vida haciendo, anotar de tres. Pero entre Nesbitt y Stutz evitaban rentas decisivas. Los balones perdidos entraron en juego frenando cualquier despegue local, con un Willett que peca a veces de aquello de potencia sin control. Así que combate nulo y 39-40 al vestuario.

Estaba claro que el partido iba a ser una guerra de trincheras. Paciencia. Iba a hacer falta. A los protagonistas hasta ese momento se les unieron otros secundarios. Aboubacar empezaba a dar una rotación productiva y Gjuroski seguía lanzando y anotando desde lejos. Williams, como una tortura china, iba goteando puntos con regularidad. Un 59-53 hizo pensar a alguno que quizá se pudiera romper el duelo. Pero los de Orenga se agarraron de nuevo con Stutz, el de toda la vida, tiraba del carro con un Nesbitt con licencia para lanzar de escudero.  Aún así, cuatro arriba los de Guillermo Arenas.

El último acto estaba servido.  Aboubacar puso la máxima (+7) al empezar, y ahí los árbitros empezaron a desafinar aún más. Entre sus “grandes éxitos”, la falta no pitada a Williams en el medio campo o el tapón de Chapero convertido en falta. El público, encendido. No viene mal una chispa así si el final es bueno.

Era el momento de los valientes. Y en el COB querían serlo unos cuantos. Williams y Willett estiraron el marcador (71-66) pero un triple de Hook rozando lo milagroso obligó a otro esfuerzo más. Lo de ganarlo varias veces no iba de broma. Chapero apareció con cuatro puntos y Aboubacar con dos tiros libres. Parecía que sí. Ya sí. Pero otra falta al limbo volvió a dar un pellizco en el corazón del cobismo. A Gjuroski no le tembló el pulso desde la línea de personal y, por fin, el triunfo se quedaba en casa. El COB ya tiene la primera muesca en el revólver.

Una victoria para creer. Para afrontar el derbi en A Coruña con más confianza. Sin olvidar los debes que aún tiene el equipo. Ese “5” se echa en falta en las duras pero también en las maduras. Pero el análisis con el casillero de triunfos inaugurado siempre se hace mejor.

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