Zamora conquistó en una hora (y media)

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El COB tiene líder, entrenadora y un subidón para Nochebuena de los que se recuerdan

Muchos cobistas leerán estas líneas aún con la sonrisa en la boca. No es para menos. ¡Qué triunfo! Nombres propios, unos cuantos. Iria Uxía escribiendo un capítulo en el baloncesto, el Pazo con entrada de martes pero alma de sábado, la resurrección de Chaz, Manjgafic con galones y Zamora. ¡Ay Zamora! El líder que el COB necesitaba, con mando, puntos y otra cosa que también acaba en “ones”. El venezolano redebutó a lo grande. Lo que se esperaba, lo que dio.

Un cambio de cara radical del equipo. Y es que si, en una hipótesis, los ourensanos llegan a perder en la prórroga, la valoración no debería ser muy distinta. Hubo carácter, hubo ganas de ganar. Dos y hasta tres veces. Porque un Burgos decepcionante sigue siendo un Burgos con una calidad para tener muy en cuenta. El mejor ejemplo es que hubo que “matarlo” varias veces.

El COB tocó piezas y creyó en sí mismo. Con eso, al fin del mundo. Incluso teniendo que jugar un tiempo extra que parecía evitable, el equipo se recuperó, apretó los dientes y sacó lo que había que sacar. Todos. Con aciertos y errores. Pero antes del descanso todos los jugadores habían anotado al menos una canasta. Sumar por acumulación.

Más de números. Porque Zamora estrenó dorsal 45 y justo 45 fueron los segundos que tardó en anotar desde que salió a la pista en su primera rotación. Pero no es el alero un hombre solo de inicios. Más bien le gustan los finales. Asumió la responsabilidad. “El balón, a mí”, le dijo a Cera en los últimos instantes, cuando los corazones iban a mil. Zamora cogió su fusil. En ataque y en defensa. Un tapón quedándose con la bola y con mirada al respetable. Definición gráfica de lo que es un “jugón”.

Con todo eso ganó el COB. Un regalo de Papá Noel adelantado. Un partido para comentar hoy en el bar y seguir “taladrando” la cabeza de los amigos por los grupos de WhatsApp. Que el año acaba y ha habido mucho sufrimiento. Ya tocaba tener una semana de sonrisa. Luego Alicante. En el medio, los despachos y las novedades. Pero todo se lleva mejor con la cuarta victoria en el casillero. 

De los árbitros, mejor no hablar, no vaya a ser que el Constitucional se decida a entrar de oficio. Pero el trío perpetró una actuación en el Pazo digna no ya de nevera, de congelador. 

Había que ganar y se ganó. El curso pasado, el COB jugaba ante el Zamora. Este año juega con Zamora. ¡Lo que cambia una preposición!

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