Blog | El quinto penalti

El viaje de "Chiquito"

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photo_camera Romero cuajó una sensacional actuación en la tanda de penaltis.

Tres pitidos quiebran el tenso silencio. "Chiquito" suspira y mira al suelo. Gotas de lluvia y sudor cubren el césped tras 120 minutos en los que el miedo a la derrota relegó al espectáculo a un rol secundario. Moneda al cielo, todo quedará decidido en diez disparos desde 11 metros. "Chiquito" ya sabe que la presión ha recaído sobre sus hombros. Héroe o villano, no hay más opciones. Al otro lado del césped, Jasper Cillesen debe estar pensando lo mismo que él. Esta vez no se ha repetido el cambio maestro de portero como en la eliminatoria de cuartos, será el chico del Ajax el que hará lo posible por sacar a Argentina del medio de la final.

 

Mientras se acerca al banquillo albiceleste, "Chiquito" comienza a pensar en todo lo que se le ha dicho en los días previos a las semifinales. Robben tira para este lado, Sneijder para este otro... Brama la afición desde la grada el "Brasil, decime que se siente" y se suceden palmadas y abrazos por parte de sus compañeros. Habla con Sabella, y enseguida se le acerca Mascherano. Calmado, pero siempre convincente, el capitán le espeta "Hoy, ¡hoy! Vos te convertís en héroe. ¿Está?". El momento se acerca, pero es ahí cuando "Chiquito" se da cuenta de algo: está tranquilo y confiado.

 

Quién se lo iba a decir sólo unas semanas atrás. Ríos de tinta corrieron cuando Sabella confirmó que el portero suplente del Mónaco iba a ser el titular mundialista. ¿Cómo era posible que un señor que había disputado sólo nueve partidos oficiales en toda la temporada podía ser el elegido? A nivel de club, Sergio Romero no ha defendido grandes zamarras ni desempeñado importantes papeles en competiciones continentales.

 

La casualidad es una enrevesada compañera, y más cuando se juega un mundial. El meta argentino tocó el cielo ante los ojos de Louis Van Gaal, su valedor, el hombre que lo descubrió cuando tenía 20 años y lo invitó a emprender su aventura en las filas del AZ Alkmaar holandés. Fue un año después cuando su equipo logró proclamarse campeón de la liga neerlandesa 2008/09 y "Chiquito" debutó como titular en la selección de su país.

 

Y Maradona lo eligió a él. Romero fue el titular en uno de los mundiales más aciagos para Argentina. Sudaron para llegar a Sudáfrica 2010, con un gol del inmortal Martín Palermo in extremis ante Perú, y su dudosa imagen en el torneo africano desembocó en una goleada de escándalo frente a Alemania en cuartos. Cuatro balones recogió "Chiquito" de la red en un partido para olvidar, donde quedaron patentes unos malos reflejos ante los disparos rasos y un miedo irracional a las salidas.

Con la moral por los suelos y muchas dudas sobre su fiabilidad, Romero hizo las maletas y probó fortuna en la Serie B italiana, cubriendo la portería de un clásico, la Sampdoria, que acababa de descender a la segunda categoría del Calcio. Allí, estable y sin alardes, regresó a la élite italiana y se asentó como titular en una de las ligas de más solera del planeta fútbol.

 

Recibió una llamada hace un año. Otro gigante venido a menos requería de sus servicios. El ambicioso proyecto del recién ascendido Mónaco llamaba a su puerta y solicitaba su cesión por un año. El magnate ruso Dmitry Rybolovlev armaba a base de talonario un equipo de fútbol dispuesto a plantar cara al también millonario Paris Saint-Germain. Parecía pan comido para el portero de Argentina: su compañero en la meta monegasca era un croata de poco cartel que había sido titular durante el año en el "infierno" de la Ligue 2, Danijel Subašić. Claudio Ranieri, que entrenaba el pasado año al equipo del Principado se decantó, sorprendentemente por el balcánico, relegando a "Chiquito" a la titularidad sólo en los partidos de los dos torneos coperos que se disputan en Francia, donde el nivel del argentino estuvo muy por debajo del esperado.

 

Con esta papeleta llegaba al Mundial. Sin forma y sin acierto estos meses atrás, Romero se está agigantando y erigiendo como uno de los pilares fundamentales de uno de los dos aspirantes al título. Cada partido que pasa, su figura se vuelve más grande y más pequeña su portería. En semis, la fortuna estuvo de su parte, y Ron Vlaar y Wesley Sneijder se encontraron con el muro de "Chiquito". Argentina tenía un héroe con el 1 en su espalda.

 

Su viaje hacia la redención tiene una última parada: Alemania, donde empezó todo, donde la máquina de hacer goles teutona terminó con su crédito en su país y donde puede revalorizarse la figura de uno de los nombres claves del campeonato. Cuatro años después, "Chiquito" quiere aprovechar su fabulosa inercia y llevar a la gloria a sí mismo y a su país.

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