Cartas al director

Cuando la distopía nos visite

“El cambio climático es la crisis más importante que ha enfrentado la humanidad jamás. Quiero que escuchen a los científicos. Y quiero que se unan detrás de la ciencia. Y luego quiero que actúen.”

(Greta Thumberg, joven activista sueca, icono de la lucha frente al cambio climático).

Luego de haber escrito “Una cumbre adulterada” que, gentilmente publicó La Región el 15-11-2022, me llevó a reflexionar, al hilo del desastre del delta del Níger, sobre el cambio climático actual, que padecemos, y cuyos consecuencias ya auguraba el film “Cuando el destino nos alcance”, dirigido por Richard Flescher en 1973. Representa a New York del año 2022, donde se hacinan 40 millones de habitantes, que han huido del mundo rural, al haber perdido su sostén agroalimentario debido al efecto invernadero. Una elite acomodada dirige sus destinos, que alimentará a la población con el “soylent green”, que son galletas fabricadas con las cenizas de los cadáveres humanos incinerados. Una distopía terrorífica, inimaginable.

Hoy el mundo de 2022 está sufriendo el calentamiento global, fruto del efecto invernadero. Visualizamos imágenes de masas de hielo que se derriten en el Ártico, o en los glaciares; el incremento del calor de las aguas marinas, cuyas mareas van robando espacio a tierra firme; sequías inclementes en el continente africano, que despojan a sus habitantes de los medios de subsistencia. Ya no diferenciamos las distintas estaciones climáticas de no hace mucho. No podemos negar este apocalíptico cambio climático.

Decía Thumberg que deberíamos escuchar a los científicos. Hoy escucho a Fernando Valladares Ros, profesor universitario e investigador del CSIC en el campo medioambiental y ecológico. Su afirmación es categórica: “Por efecto del cambio climático, se mueren cada diez años el mismo número de personas que en la Segunda Guerra Mundial”. Estamos, pues, en otra guerra que hemos provocado nosotros mismos con una industrialización masiva para un desmedido consumo, y acudimos a la explotación de combustibles de origen fósiles, que emiten cantidades ingentes de CO2, el principal factor del efecto invernadero.

Llama la atención que la actual cumbre sobre el cambio climático se celebre en Egipto. Es la segunda nación que emite más CO2 en el continente africano, detrás de Sudáfrica. Mal se ha empezado cuando a activistas medioambientales acreditados, previa identificación, se les conmina a alejarse del recinto y se les reduce el horario para que en ese lugar alejado se manifiesten. La próxima cumbre anunciada tendrá lugar en los Emiratos Arabes Unidos, otro gran productor de petróleo, y al igual que en Egipto el respeto por los Derechos Humanos brilla por su ausencia. ¿Estaremos abocados a convertir una distopía en una horrible realidad?