Cartas al director

Gratitud hacia un periódico

 “Sentir gratitud y no expresarla es como envolver un regarlo y no darlo”
(William Arthur Ward, autor estadounidense, 1921-1994, célebre por sus frases inspiradoras).

La publicación en La Región de mi última carta titulada “Periodismo en el corazón de las tinieblas” me ha llevado a la conclusión mi deber de expresar al rotativo mi gratitud. Y me es de obligado cumplimiento hacerlo, por cuanto, han dado siempre a la luz pública todos mis escritos surgidos tras las lecturas de obras en guiones basados en el África Subsahariana. Un continente que me ha atrapado. Un vecino que dista catorce kilómetros de nuestro país, y al que le damos la espalda. Olvidamos que allí tuvo lugar el origen de la Humanidad.
Estas cartas africanas no han sido más que una invitación a la lectura. Bien podrían simplificarse como un anuncio por palabras. Afortunadamente, no ha sido así. El periódico ha respetado la integridad de los textos. Ello me impedía, en corresponsabilidad, no hacerlo, quizás, más amplio de lo que hubiera deseado. Lo que importaba, reitero, era que fuera una correa de transmisión que llevase al lector a la búsqueda de obras, para beber de sus fuentes, que retratasen a aquellos pueblos, más allá de las noticias de distintos medios de comunicación que, en muchos de los casos, más que informan desinforman.
La lectura es una aventura que llega a subyugarnos. Tanto así, que en muchas ocasiones nos la apropiamos, hasta convertir al autor de la obra en un personaje de un relato nuestro, pero que no hemos escrito. Leyendo a los grandes autores de obras que le inspiraron el continente africano los he convertido en personajes de mis escritos, a pesar de no haber pisado nunca suelo africano. Han pasado por mis ojos, y luego por mi teclado, autores como Kapucinski, Joseph Conrad, Javier Reverte, que se adentraron no solamente en las tinieblas, sino, también, en las luces del corazón africano. Kapuscinski lo define como nadie: “Me gustaría transmitir lo que fue África. Nunca experimenté algo así. África tiene su propia personalidad. A veces es una personalidad triste, a veces impenetrable, pero siempre irrepetible. África era dinámica, era agresiva, estaba al acecho” (“Ebano”).
Si mi invitación a la lectura ha dado sus frutos sería el mayor halago, que este muñidor de palabras, haya recibido nunca. Sin la generosidad de La Región no sería posible ver cumplidos mis anhelos. Sea, pues, que hoy le exprese mi gratitud al periódico.